Señor Director:
Habría sido nuestra intención no seguir cansando a sus lectores con este debate, pero como varios de ellos han objetado nuestra postura, arguyendo que el feto/embrión es una vida sujeta a los mismos derechos que le adjudicamos al resto de los seres humanos, hemos considerado necesario hacernos cargo de ese punto, que es, efectivamente, el punto de fondo.
Todos estamos de acuerdo en que no se les puede quitar la vida a terceros, porque eso es ir contra sus derechos, y también, (casi) todos estamos de acuerdo que interponer una barrera plástica a los 300 millones de espermios (células vivas) salidos de una eyaculación masculina, para que no lleguen a fecundar al óvulo al que buscan, no constituye una obstrucción a los derechos, ni del espermio ni de un potencial nasciturus (aunque hay quienes no están de acuerdo).
Luego de la fusión del óvulo con el espermio -de cuyo proceso de desarrollo surgirá, eventualmente, una persona con todos sus derechos-, la protección del embrión resultante debe ir aumentando en la medida en que va desarrollándose. Y es en esas condiciones en las que la mayoría de las democracias occidentales han decidido otorgar una ventana de tiempo al inicio del embarazo que permita a la madre optar entre continuar o no con el embarazo, y en las que el embrión/feto tiene supeditados sus derechos a los de ella.
Este es un punto controversial. En ambas posiciones hay personas que han reflexionado intensamente y de buena fe sobre ello. La humanidad ha ido construyendo, a lo largo de su desarrollo, estas distinciones con particular cuidado. Y como se trata de un conflicto de derechos, la solución de esta controversia debe someterse a la deliberación democrática. Nuestro reproche a la derecha es que si quiere sostener la primacía de las decisiones individuales como anterior a la imposición del Estado, incluso quienes están en contra del aborto deben legislar de manera que puedan seguir pensando y actuando acorde, y, simultáneamente, que no se use la coerción del Estado para imponer esa postura al resto (entre los que hay también personas de derecha).
A la izquierda no la interpelamos, ya que tiende a buscar cualquier pretexto para que el Estado interfiera en las decisiones de las personas. Sin ir más allá, el ejemplo de
Jaime Antúnez respecto del izquierdista Presidente de Ecuador, Rafael Correa, es ilustrativo. Él está en contra del aborto, pero, simultáneamente, está en contra de la libertad de prensa.
Francisco José Covarrubias
Álvaro Fischer