Señor Director:
El profesor de Derecho Civil UC don José Joaquín Ugarte Godoy incursionó en el campo de la biomedicina en su
carta publicada el 12 de octubre y sus errores me obligan a poner los puntos sobre las íes.
Presenta como “antecedentes científicos” el que “en la década del 70 se discurrieron dos métodos para impedir la implantación del embrión en el útero”; disparate mayúsculo para cualquiera que ha vivido la historia del desarrollo de los métodos anticonceptivos. Luego cita un estudio en el que habrían administrado a 1.955 mujeres la píldora y esta habría impedido el desarrollo de los embarazos ya iniciados. Para afirmar que un embarazo se inició primero hay que diagnosticarlo, y es norma bien asentada no dar anticonceptivos cuando se diagnostica o se sospecha de que hay embarazo. Que hayan violado la norma en 21 ciudades de 14 países parece extraordinariamente dudoso y su versión del estudio no corresponde con la realidad, ya que la publicación explicita claramente que antes de administrar la píldora se excluyó en cada mujer por medio de un test en orina o sangre que estuviera embarazada.
Luego cita “trabajos” de Kahlenborg, quien nunca ha hecho una investigación sobre la anticoncepción de emergencia, por lo tanto no tiene “trabajos”, y solo se ha limitado a publicar en cartas sus conjeturas sobre lo que otros —que sí han hecho investigación— publican sobre el tema. Las conjeturas no son más que opiniones en apariencia razonadas, pero que solo traducen las emociones, valores, sesgos y dogmas del que las expresa, y presentarlas como “antecedentes científicos” es ignorar absolutamente lo que es la ciencia.
También cita como “antecedente científico” una publicación en BMJ que nunca menciona la anticoncepción de emergencia ni tampoco nada de lo que el señor Ugarte le atribuye haber dicho sobre el endometrio y la implantación del embrión.
En este caso, la recomendación “pastelero a tus pasteles” viene como anillo al dedo.
Todas las investigaciones que se han diseñado específicamente para verificar o descartar si un determinado mecanismo opera en la prevención del embarazo por la píldora de emergencia muestran que lo hace por interferencia con el proceso ovulatorio, y absolutamente ninguna da respaldo a la hipótesis de que impide la implantación del embrión. Insisto en que la ciencia ha demostrado más allá de toda duda que no es abortiva, pero hay personas a quienes se les cae el andamiaje dogmático que los sostiene cuando la ciencia demuestra algo que contradice lo que enseña la Iglesia y no son capaces de aceptar la evidencia. Esta historia no es nueva.
Horacio Croxatto
Profesor de Reproducción y Sexualidad Humana
Universidad Andrés Bello