Señor Director:
En su
carta de ayer el señor Izquierdo me atribuye pretender romper su "termómetro" del Simce. No hay tal. Pero a la vez pretende basar la mejora del sistema educativo en las aberrantes acciones que está emprendiendo la Agencia de la Calidad. La barbaridad de aplicar Simce censal en 2°, 4°, 6° y 8° Básico, así como en 2° y 3° Medio, basado además en un currículum sobresaturado, unido a sus consecuencias de zanahorias y garrotes para escuelas (incluyendo cierre), a través de ranqueos basados en métodos estadísticos erróneos, así como bonos salariales y convenios de desempeño calculados excesivamente en base a Simce, solo se ha aplicado en EE.UU., el país que más ha descendido en los resultados internacionales.
Sus consecuencias para Chile: 1) Profesores y alumnos embrutecidos, corriendo en una jaula de ardillas para practicar facsímiles de Simce (y posteriormente PSU), y descuidando seriamente las habilidades de expresión oral, escrita, trabajo en equipo y pensamiento creativo. 2) Conductas perversas y moralmente reprobables, tales como dejar a los peores alumnos en casa el día del test. 3) Prácticas "comerciales" perversas basadas en seleccionar y excluir alumnos por su nivel socioeconómico y académico, para mejorar la posición en el "ranking", aumentando así la segregación del sistema.
Obviamente, hay que medir para mejorar, y así se lo enseño a mis alumnos. Pero hacerlo con frenesí, métodos y consecuencias reprobables es lo primero que Chile debiera analizar, convocando para ello a un panel plural y balanceado de expertos nacionales e internacionales en política educativa para "evaluar a los evaluadores". Si estoy equivocado, me disculparé públicamente. Si, como me temo, estoy en lo cierto, el señor Izquierdo y los consejeros de la Agencia debieran pensar seriamente en dar un paso al costado, y el Congreso legislar que el primer ranqueo que se está ejecutando tenga un carácter meramente piloto.
Mario WaissbluthEducación 2020