Señor Director:
Es irónico que
Aníbal Vial intente ponerme en la posición de "defensor corporativo" de la precariedad del campo de la formación inicial de profesores: participé en la decisión política que generó la prueba Inicia, y dirigí por tres años los equipos UC que por encargo ministerial elaboraron parte de los estándares en que ella se basa. Sin ambos instrumentos, no existiría la base de conocimiento que muestra dramáticamente la necesidad de reforma profunda de la formación de profesores en el país, y tampoco existiría la urgencia que el problema ahora ha adquirido para él, como, ya era hora, para el conjunto de la clase política.
En mi carta no se plantea que un médico o ingeniero no pueda enseñar en el sistema escolar: se argumenta, en cambio, que para hacerlo deben tener una preparación adecuada en las bases de conocimiento y desempeño especializado, que constituye la docencia a niños y jóvenes del sistema escolar. Esta preparación no es solo en el conocimiento disciplinario que pueda tener una u otra profesión, sino también en un conocimiento acabado del aprendizaje y los mecanismos de su desarrollo, y, menos visible para el resto de las profesiones, en un conocimiento sistemático de la pedagogía de su disciplina. Esto alude a que saber matemática no es lo mismo que saber enseñar fracciones de distintas maneras para producir aprendizaje en un grupo de 30 alumnos, con y sin talento matemático, de familias de alto o bajo capital cultural, que no tienen mayor interés en tales abstracciones. El pensar que esto es sencillo y adquirible en unas semanas o 'sobre la marcha' de la práctica revela profundo desconocimiento de las demandas del trabajo docente contemporáneo y es, insisto, desprofesionalizante, porque le dice directamente a los profesores, como a la institucionalidad universitaria que los prepara, que su saber y competencias no son exigentes ni requieren mayor formación.
El corolario práctico de la visión que cuestiono es contradictorio con lo que buscan las políticas gubernamentales, que es atraer a los mejores a la docencia; es lo opuesto a lo que hacen los mejores sistemas educativos del mundo (Mc Kinsey, 2007); significa dejar sin piso a la joven talentosa con vocación docente que hoy tiene que defender su opción contra la opinión de su familia, que desde el sentido común del pasado considera a la docencia como semiprofesión.
Cristián Cox DonosoDecano Facultad de Educación PUC