Señor Director:
El Dr. Fernando Zegers describe el peor escenario médico para "
El embarazo de Belén", presentando un sombrío pronóstico, probable pero no infalible ni inevitable, y cuya precisión depende de conocer detalles biológicos y médicos del caso, que son indispensables para opinar en pro o en contra de un "aborto terapéutico". Lo que mueve a discrepancia es su conclusión de que el Gobierno de Chile no debiera dudar "en interrumpir el embarazo ahora... para proteger a una inocente y frágil persona".
Que el Estado decida intervenir por razones médicas plausibles pero no indiscutibles, sin que medie la voluntad de los directamente afectados insinúa prácticas eugenésicas de imposición autoritaria en materias de vida o muerte, que ciertamente no pueden estar en la intención del Dr. Zegers. Pero el caso ha sido tan manoseado y mañosamente discutido, que es conveniente evitar cualquier ambigüedad y no sentar precedentes impropios.
Lo que debe quedar al final del día, es que las diversas posturas no han de contrariar lo que decida la afectada y, de ser necesario, demostrar acaso tiene o no competencia de decisión, asesorada por sus representantes legítimos. De faltar éstos, habrá que proceder a la vía de un recurso de protección que se oriente por conocimiento de todos los factores involucrados -médicos, biológicos, psicológicos, legales-, desautorizando los malabarismos principialistas -derecho a la vida, necesidad médica, autonomía, competencia/incompetencia y madurez/inmadurez de menores de edad-. El caso es dramático, el debate tiene que subir de nivel y no clausurarse con posturas inflexibles.
Prof. Dr. Miguel KottowAcadémico Escuela de Salud Pública Facultad de Medicina
U. de Chile