Señor Director:
Hace exactamente tres años, tuvo lugar uno de los peores desastres que ha sufrido nuestro país:
el terremoto y tsunami del 27 de febrero. El resultado fue destrucción y dolor entre los chilenos, lo que hacía parecer imposible la reconstrucción. Así, el gobierno de la Coalición por el Cambio asumió el poder en un país golpeado y dañado en lo más profundo: además del inmenso drama que afectó a miles de familias, la mayor destrucción en la infraestructura física de nuestra historia. Sin embargo, un programa con objetivos claros, y fundado en una serie de valores, ha cambiado esa realidad.
La tarea era gigantesca, tanto, que en un primer momento se pensó en enfocar la atención en la reconstrucción y dejar de lado los aspectos centrales del programa de Gobierno. Sin embargo, el Presidente Piñera optó por el camino más difícil, pero más fructífero para Chile: redoblar los esfuerzos y no defraudar a nuestros compatriotas, atender la emergencia y cumplir el programa comprometido con el país. De esa manera, se atendió la emergencia mientras se elaboró un Programa de Reconstrucción de cuatro años.
Cuando ocurre este tipo de catástrofes se pone a prueba a las autoridades. Es muy fácil caer en populismos, tomar decisiones que son más fáciles de anunciar, pero que no son las correctas. Así ocurrió, por ejemplo, con la reconstrucción de las viviendas. La solución aparentemente más rápida y, por ende, más popular, hubiera sido construir grandes poblaciones homogéneas en la periferia de las ciudades. Sin embargo, el Gobierno optó por respetar la dignidad y libertad de elegir de las personas. Así, los afectados pudieron elegir el tipo de casa que querían y reconstruir sus hogares en los lugares en donde estaban ubicados antes de la tragedia.
Todas estas medidas han sido adoptadas bajo el alero de un valor fundamental: la unidad. La reconstrucción se transformó en una tarea país, en un objetivo de cada uno de los chilenos. Fue así como se llevó a cabo un trabajo estrecho entre el Estado y la sociedad civil. El aporte de esta última ha sido clave para avanzar. Ejemplo de ello fue lo realizado por Felipe Cubillos, quien tuvo un papel fundamental en la ayuda a damnificados.
Otro factor muy importante ha sido el adecuado manejo macroeconómico. La historia nos ha demostrado lo catastrófico que puede ser una conducción errada en este aspecto: tras el terremoto de 1960, el gobierno del Presidente Jorge Alessandri no recibió el apoyo de la oposición para reunir los fondos para su plan de reconstrucción. Fue así como aumentó el déficit fiscal y con ello la inflación, la que llegó de 5% en 1960 a 45% en 1963. Una situación similar ocurrió tras el terremoto de Chillán en 1939, el cual desató una fuerte inflación en el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, la cual alcanzó cerca de 21% anual. En nuestro caso, el eficiente manejo del déficit fiscal nos ha permitido mantener una inflación controlada, que en 2012 alcanzó 1,5%.
Todas estas medidas nos permiten decir hoy con orgullo que ya hemos avanzado 87% en el plan de reconstrucción. Sin embargo, aún queda por hacer. Nuestro gobierno no descansará hasta que cada una de las personas damnificadas por esta tragedia tenga su hogar reconstruido y que el 27-F no sea más que un mal recuerdo para los chilenos.
Cristián Larroulet V.Ministro secretario general de la Presidencia