El Presidente Piñera y sus ministros visitarán la próxima semana algunas de la ciudades más afectadas por el terremoto y maremoto que asolaron a la zona central del país el 27 de febrero del año 2010. Apreciarán en terreno los progresos que han experimentado estas localidades como producto del proceso de reconstrucción que ha encabezado el gobierno.
Ya han surgido voces desde la Concertación que acusan al oficialismo de aprovechamiento político por esta gira. Curiosa crítica, si consideramos que viene de quienes hasta hace poco fustigaban al gobierno por no haber avanzado suficientemente en la reconstrucción.
Y es que a estas alturas es un secreto a voces entre la gente seria de este país que la reconstrucción ha sido un acierto; una tarea en que se han lucido las principales cualidades de la administración de Piñera: eficiencia, espíritu de servicio, capacidad de gestión, probidad, diligencia, respeto por las opiniones de los damnificados.
Así, en tres años, algunos de los lugares afectados no solamente han recuperado buena parte de la infraestructura dañada el 27 de febrero, sino además lucen una fisonomía mejor que la que tenían antes del terremoto.
Ello puede decirse, con toda propiedad, de muchas de las localidades costeras de la Séptima y Octava Región, que sufrieron los embates del maremoto: Constitución, Iloca, Pelluhue, Cobquecura e incluso Dichato, en el que en los inicios del proceso hubo problemas, son hoy día lugares más bonitos y mejores para vivir que antes del 27 de febrero de 2010.
Poco a poco los habitantes de las regiones afectadas han ido apreciando la labor del Gobierno en la reconstrucción, como se demuestra en todas las encuestas sobre el tema.
Esta maciza labor del gobierno de Piñera contrasta con la pobre actuación del gobierno de Michelle Bachelet el día de la tragedia y los pocos días en que continuó ejerciendo como Presidenta.
Falta de resolución en los momentos en que había que decretar la alerta de tsunami, indecisión e inexcusable retraso a la hora de decretar estados de excepción que permitieran enfrentar los saqueos y otras situaciones de la emergencia, caracterizaron la acción del gobierno de la Presidenta Bachelet el 27 de febrero de 2010 y los días posteriores.
No deja de ser paradójico que después de esta paupérrima actuación de su gobierno, sea precisamente Michelle Bachelet quien encabeza las preferencias de los chilenos para ganar la próxima elección presidencial.
Cómo enfrentar la emergencia no es, por cierto, la principal obligación de un gobierno; pero sí es una de las importantes. Nadie puede hacerse cargo de una situación de esta naturaleza mejor que el Estado y sus órganos, y es precisamente en esas ocasiones cuando se requiere el don de mando, la determinación y la disposición de recursos con que cuenta el gobierno.
La paradoja crece cuando consideramos que los principales contendores que el oficialismo ha dispuesto para enfrentar a Michelle Bachelet, los ex ministros Allamand y Golborne, han demostrado, precisamente, notables condiciones para el manejo de emergencias. Laurence Golborne condujo con pericia el increíble rescate de los 33 mineros atrapados en la Mina San José que emergieron vivos desde cientos de metros de profundidad. Andrés Allamand manejó con templanza la búsqueda y recuperación de los restos mortales de las víctimas del trágico accidente aéreo en Juan Fernández.
Es evidente entonces que, hasta ahora, la elección presidencial no está siendo evaluada por la mayoría de los chilenos con el prisma de la eficiencia con que desde el Estado se manejan situaciones de emergencia.
Sorprendente resulta también que otro parámetro por el que tradicionalmente los electorados juzgan a sus gobiernos, la conducción de la economía, que ha sido uno de los aciertos del actual gobierno, tampoco parece estar incidiendo hasta ahora en las preferencias electorales.
Es que en política muchas veces más importante que demostrar superioridad en uno u otro atributo, es imponer los temas en que ha de centrarse la agenda: esa es, en adelante, la gran tarea de la centroderecha.