Señor Director:
¿Cuál es la verdadera preocupación del
señor Fernández? HidroAysén o el dióxido de carbono (CO2)? Me inclino por la primera pues, durante casi décadas, el ejecutivo funcionó generando emisiones, como usuario-gerente, extendiendo luego su labor a ENAP.
¿Es HidroAysén la solución al CO2 que sugiere? Lo es, como lo son más centrales hídricas en donde sea y lo serán también las centrales nucleares como propone el CADE. Y ambos tipos de "soluciones" al precio y costo que sea, financiera y ambientalmente. Total, el marco regulatorio hace que todos paguemos las malas y buenas cuentas de las empresas eléctricas que controlan el mercado.
Pero, ¿son ellas, las grandes hidroeléctricas -HidroAysén incluida-, la solución a los problemas y desafíos energéticos y de desarrollo de Chile y de la Patagonia? No. Un rotundo no. Y ese es el marco adecuado para responder el intríngulis contable y medioambiental: la sustentabilidad. Esta, en efecto, no es solo CO2, es también uso de territorio, conservación y naturalidad, uso eficiente del agua y de los recursos naturales en general y su acceso a ellos.
HidroAysén y la carretera pública, que de público tiene el financiamiento y de privado su rentabilidad, podría aliviarnos del CO2, pero no de los elevadísimos costos económicos, sociales y ambientales, asociados a esos faraónicos proyectos. En sus arbitrarias cuentas, el señor Fernández excluye el uso eficiente de la energía (UEE), que según la IEA es una de las principales fuentes de energía en el mundo.
En el sector minero, el más voraz en agua y kW, superan el 30%. ¿Cuántas centrales térmicas pueden evitarse del plan de obras con un, digamos, 2% de ahorro anual en dicho sector en 10 años? Por lo bajo entre 1.000 y 1.500 MW o tres a cuatro centrales menos.
Las cuentas del señor Fernández olvidan además propuestas asociadas a la cogeneración, la generación distribuida, amén de otras, probablemente de menor cuantía, pero que en los hechos, aquí y en el mundo desarrollado, son las soluciones más eficientes para enfrentar el tema del cambio climático que el señor Fernández implícitamente sugiere.
Por último, energías renovables, uso eficiente, cogeneración, generación distribuida y un largo etcétera, son opciones que concilian y permiten rimar competitividad con naturalidad, rentabilidad con tarifas justas, acceso (a la energía) y desarrollo territorial. En suma, opciones para un desarrollo sustentable que los proyectos y cálculos del señor Fernández ignoran.
Ahora, si de todas maneras quiere ponerle un impuesto al CO2, lo que celebro, y por añadidura le da por hurgar en la buena literatura (Full cost accounting for the life cycle of coal, en Annals of the New York Academy of Sciences; Issue: Ecological Economics Reviews, 2011) y acepta un impuesto de 17 centavos de US$/kWh (umbral mínimo en EE.UU. para centrales a carbón) debo advertirle que puede tener serios problemas con sus empleadores al alentar de manera formidable las renovables, pues con ese impuesto al CO2 en Chile, todas las renovables serían competitivas, e HidroAysén clara y explícitamente superflua.
Miguel Márquez
Coordinador Comisión de Energía, Medio Ambiente y
Ordenamiento Territorial Partido Progresista