Señor Director:
En días recientes, el
Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) ha sumado dos nuevos integrantes, en medio de un proceso que culminará en julio, donde se habrá renovado a la mitad de sus consejeros. Los nuevos nombres son José Aylwin y Consuelo Contreras, y representan a dos de las cuatro plazas que tienen las ONG de DD.HH.
Independiente de que se trate de personas con trayectoria en este ámbito, el hecho que más de cuatro de los 11 consejeros provengan de las ONG de DD.HH. no sólo es una mala idea desde la perspectiva del diseño institucional de un órgano como este (la literatura sugiere evitar diseños altamente susceptibles de captura), sino constituye una rareza en el mundo.
No se trata sólo de que sean mayoritariamente de izquierda, sino que capturan al INDH con la lógica de las ONG (que cumplen otro rol), transformando al INDH en una ONG más. Ello se agrava si se considera que no existen reglas para definir los naturales conflictos de interés que surgen cuando existen consejeros sin dedicación exclusiva.
El INDH está en una etapa clave de su proceso de maduración: habiendo dejado atrás su implementación, llega a su tercer año teniendo como principal desafío el ganar legitimidad social y encontrar su espacio dentro del sistema político. Si sigue actuando como una ONG más, difícilmente logrará dicho objetivo.
José Francisco García
Libertad y Desarrollo
Sergio Verdugo
Profesor de Derecho, UDD