Ya han pasado más de 200 años desde que la famosa escritora inglesa Jane Austen publicara Orgullo y prejuicio, una de sus novelas más aclamadas. Así y todo, la singular historia de amor entre Elizabeth  Bennett y mister Fitzwilliam Darcy sigue sacando suspiros a las incondicionales lectoras de Austen (denominadas Janeites). En su tierra natal, la escritora es todo un emblema nacional, con museo, fiestas a la usanza de la Regencia y turismo alusivo a su vida y obra. Sus libros han sido llevados al cine en varias ocasiones y, por supuesto, reeditados en distintos formatos. 

Uno de los grandes méritos de la autora, y en particular de Orgullo y prejuicio, es su vigencia. Pese a su formal estilo y lenguaje, a las lejanas situaciones y costumbres que se describen, sigue siendo un best seller. Es increíble constatar cómo millones de millennials  llenan de likes en las redes sociales los posteos que se refieren a la novela y a sus personajes. Quizá porque su protagonista (y por cierto, su autora) saca la voz contra el postergado papel que tenían las mujeres en esa época. Quizá porque las mujeres de hoy pueden ser feministas y románticas a la vez, e imaginarse llevando esos delicados vestidos corte imperio y mirando de manera cómplice a un tímido Darcy. 

Al igual que Mujercitas, de Louisa May Alcott, o Jane Eyre, de Charlotte Brontë, vale la pena que abuelas, madres, hijas y nietas lean y relean este clásico./  Gabriela Correa G.