En el último año se han estado traduciendo algunos de mis libros a lenguas que yo lamentablemente no manejo, como el árabe, el turco, el croata, el húngaro y el danés. Eso me ha mantenido hablando de mis novelas ante públicos variados en lugares más accesibles ahora que estoy viviendo, por trabajo, en Madrid.
En cuanto a la escritura, llevo tiempo inmersa en la crónica y el ensayo. El año pasado amplié y concluí mi libro Volverse palestina, que ahora tiene cien páginas más y circula como Palestina en pedazos. Publiqué Zona ciega, un ensayo en tres partes sobre visión y ceguera en la escena política, en la literatura y las biografías de los escritores y sobre todo escritoras menos conocidas por sus problemas visuales (Marta Brunet y Gabrela Mistral, entre otras). Más recientemente, la editorial de la Universidad Diego Portales editó mis ensayos y crónicas (y poemas y muchas más cosas) en formato breve, eso es Ensayo general. Y estoy ahora mismo escribiendo una diatriba sobre el impacto de la aceleración capitalista en los cuerpos productivos y reproductivos; ese libro, todavía sin título, lo va a publicar Penguin Random House el próximo año.
En otro plano de la escritura está mi reciente incursión en un género que para mí ha constituido un hallazgo: la dramaturgia. Hace justo un año pasé un par de meses en la casa donde Gabriel García Márquez escribió Cien años de soledad, ahora convertida en residencia de escritura. Ahí terminé Esa cosa animal, mi primera pieza teatral. Esa obra, vagamente inspirada en mi ensayo Contra los hijos, tuvo dos noches de “lectura dramatizada” en Casa América Catalunya, en abril, y en octubre va a ser parte del programa cultural de la Bienal del Pensamiento que organiza el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, la CCCB. Lo más significativo para mí ha sido poner en pausa la escritura solitaria y trabajar colectivamente, enriquecer la escritura en el diálogo con un equipo de teatristas chilenos que residen hace años en Barcelona: la brillante directora Andrea Segura Olavarría, las maravillosas actrices Daniela Jaques Aviñó y Lorena Carrizo Polanco así como el intenso Cristián Chaparro Fariña, más conocido, tal vez, por su trabajo como actor en cine. Si tengo solo un poco más de suerte, algún festival o teatro se animará a montar Esa cosa animal en Chile bajo la dirección de la gran Pali García, y acompañarla con la edición de la obra con el sello Alquimia.