“Los músicos son primeros usuarios”, dice Juan Antonio Durán, director de la Sociedad Chilena de Autores e Intérpretes (Scd.cl).
Y continúa Durán (en una entrevista con Cooperativa Ciencia):
“Ante la inteligencia artificial (IA), los músicos manifiestan entusiasmo, más que preocupación”. Durán tiene base. El lunes pasado, en el encuentro internacional “AUTOR.IA”, la Corfo y la SCD presentaron el informe “El futuro suena diferente”, sobre la IA y la música chilena (bit.ly/4htq4Qv).
De los 780 consultados, el 58,2% respondió que habían utilizado alguna herramienta de IA en su trabajo musical. (Los músicos son primeros usuarios).
Producen audio (mezcla, masterización, separación de pistas, stems). Es el mayor uso (50,4%). Un 32% recurre a IA para componer; un 21%, para generar letras de canciones; un 16%, para transcribir el audio a una partitura; un 15,8%, para crear sonidos de instrumentos, sintetizar, o “sampleo”. Y un 37% recurre a IA para arreglos y orquestación.
Claro que la mitad, si compara la música generada con IA con la música humana, acusa a la tecnológica de menor profundidad, de menor autenticidad.
La SCD acepta inscribir la propiedad intelectual de composiciones en las que el autor declara el porcentaje de software que usó al crear. Rechaza las que son un 100% obra de IA.
El informe reconoce que la IA puede apoyar la creatividad, la productividad e incluso la inspiración musical. Por eso, el 55% de los consultados está muy dispuesto a capacitarse en IA musical. Pero, aunque el 13% esté optimista sobre el futuro del arte, el 29% se siente preocupado o aprensivo. El 13% está pesimista.
El informe cierra con testimonios de músicos que van desde “Nada que temer”, de Richi Tunacola, a “Plano, genérico, uniforme”, de Emiliana Araya. Y hay relatos no firmados, como el de un músico de 28 años, discapacitado, que, afirma, gracias a herramientas de IA “pude por primera vez escuchar mis letras”. O de un adulto mayor que señala “junto con mi hijo comencé a musicalizar mis poemas con IA”. Hay opiniones drásticas: “Las herramientas generativas perjudican la creación y no aportan nada a la creatividad ni al acto humano que tanto deseamos”.
Una petición se repite: la regulación.
Así opinó Maximiliano Santa Cruz, abogado experto en propiedad intelectual, participante en “AUTOR.IA”: “Chile sueña con liderar en IA, pero seguimos regidos por una ley de propiedad intelectual del siglo pasado, donde tratamos los datos como si fueran vinilos. Si de verdad queremos innovar, necesitamos una ley que distinga entre piratear para robar y minar para aprender”.
Y sigue:
“Entrenar un modelo no es un acto técnico: es un acto jurídico. Implica copiar y analizar obras, algo que en Chile solo es legal con datos propios (absurdo), de dominio público (ineficiente), bajo licencia (improbable) o mediante una excepción (inexistente). (…) Chile aún carece de un marco legal que permita la minería de textos y datos”.
El Senado debatirá la ley de IA; ojalá sea un éxito.