Se refleja en la campaña. Renunció al Ministerio del Trabajo en abril, cuando ya era candidata del Partido Comunista. Así enfrentó la primaria del oficialismo celebrada en junio, ganando a sus adversarios, Tohá, Winter y Mulet. Desde entonces fue apoyada por las tiendas del Socialismo Democrático (PS y PPD) y otras menores, afines al sector. El número no dice mucho, porque en los comicios citados participó un magro 9% del padrón electoral, número de votantes exiguo comparado con resultados anteriores del conglomerado en este tipo de elecciones. Algo que no deja de ser un signo perverso. Mas, recibió apoyo de una facción de la Democracia Cristiana, sin antes prometerles que no respaldaría la ley de despenalización del aborto libre. Algo incierto, porque figura en la tercera versión de su programa, confirmándolo este mes: de ser elegida, “continuará con la tramitación del proyecto de ley sobre el aborto libre hasta la semana 14”.
En verdad, durante la campaña su discurso ha sido ambiguo, al señalar que estaba pensando en congelar su militancia PC —se supone—, considerando que dicha parcialidad “cuenta con mala prensa”, claro que sin contradecir las máximas comunistas. Así, ante la pregunta periodística sobre la dictadura cubana, señaló que era una “democracia distinta”, para tiempo después reconocer que “había vulneración de los derechos humanos” y todavía, tras meses, responder a otro periodista que Cuba “claramente no es una democracia”. ¿Se puede ser más ambiguo?
Ha marcado distancia del Gobierno al cual servía orgullosa, al punto de ignorarlo en su campaña, algo reclamado por su comando: “la relación con el Gobierno no ha sido fácil”. Por citar lo más reciente, fue durísima con su excolega Diego Pardow, exonerado del gabinete, agregando al respecto críticas como las de la oposición. Claro que el Presidente —de titánico ego—, con su protagonismo, ha eclipsado un tanto la campaña de la candidata con ciertas alocuciones; una de ellas, dirigida contra su adversario más acérrimo. Por cierto cayó mal en su comando y fue interpretada, no solo por opositores declarados, en el sentido que aparece como contendor directo en la campaña y disimuladamente interesado, denotando una proyección política en beneficio propio.
Más que en cualquier otro ámbito, en política es un problema importante ser ambiguo, porque la ambigüedad genera dudas, incertidumbre, confusión y es pésima carta de presentación para quien aspira a la Presidencia de la República. “Raya para la suma”, Jeannette Jara, ¿es fervorosamente comunista y sus convicciones no se congelan? (porque nunca se sabe lo que ocurre realmente dentro del PC). ¿Y esa distancia con Boric y el Gobierno puede ser estratégica, cierto? Amén que no fue auténtica con lo prometido a los DC. Con todo, y no obstante la distancia que tome respecto del Gobierno y su Presidente, irremediablemente tiene que cargar con el problema de que la ciudadanía la asocia con Gabriel Boric y su administración, como continuidad. Conste que se puede decir mucho sobre el tema, da para un capítulo. Muy pronto podrá saber —sabremos— si la asociación fue un lastre o provechosa.