Una vez más, durante la celebración del 18 de septiembre, entre la población mayoritariamente se aludía a la instalación de la Primera Junta de Gobierno de 1810 como el acontecimiento que representa la Independencia de Chile, lo que es un error. Nunca se habló de independencia en esos momentos. En realidad, ella fue el resultado de un proceso que se desplegó en etapas, siendo la mencionada Junta la primera, planteando algunas reformas e instando a una mayor participación de los hombres más instruidos.
En la segunda etapa, se formó el Primer Congreso Nacional (1811) y, tras la participación del militar chileno José Miguel Carrera, que tomó el poder, se promovió intelectualmente y de hecho el ideal independentista (1811-1813). Acontecimiento que hizo reaccionar a las autoridades españolas del Virreinato del Perú, las cuales decidieron invadir militarmente Chile, al mando de prominentes generales y con tropas competentes, las que derrotaron al ejército patriota en el “Desastre de Rancagua” (1814).
La tercera etapa sucedió bajo la restauración del sistema monárquico, período en que los chilenos sufrieron el trato vejatorio de las nuevas autoridades hispanas (1814-1817), surgiendo ahora el anhelo de independencia. Al mismo tiempo, las fuerzas chilenas que lograron salir del país rumbo a Mendoza, comandadas por Bernardo O'Higgins, se unieron al general trasandino José de San Martín, urdiendo un plan para recuperar Chile y, posteriormente, terminar con el Virreinato peruano. Así, el Ejército de los Andes, cruzando la cordillera por diferentes pasos, derrotó a los españoles finalmente en la batalla de Maipú (abril de 1818). Fue en ese contexto que O'Higgins proclamó oficialmente la Independencia, estampando su firma en el documento a nombre de la nación chilena (1818). Enseguida, asumió el gobierno como Director Supremo.
Es una muy apretada síntesis. Pero es importante conocer la historia del país al cual se pertenece. Es una demostración de madurez, de cultura compartida y fundamento del desarrollo que se manifiesta en diferentes ámbitos, como se aprecia en las naciones que han alcanzado ese estándar. Muchos recordamos que este proceso se estudiaba en todos los colegios públicos en la etapa primaria y los alumnos entendían. Hoy es de lamentar que estudiantes de enseñanza media no logren explicarlo y, para mayor desgracia, no pocos adultos. Es cuestión de preguntar. La razón es simple: el interés por la historia en general y de Chile en particular ha decaído en forma ostensible. Y algo incomprensible es que en los planes de estudio implementados por el Ministerio de Educación se hayan disminuido las horas dedicadas a esta asignatura en el ciclo de educación media. Amén que los objetivos de aprendizaje dedicados a la historia de Chile también los han cercenado. ¿Cuáles son los criterios que aplican quienes elaboran los programas? ¿Por qué privilegian ciertos aprendizajes, como la formación ciudadana, en desmedro de la formación histórica? Debieran dar una explicación. Eso puede significar ignorancia respecto de la trascendencia del conocimiento histórico y de las humanidades en general.