Viajé al País Vasco, a Luko, buscando antepasados.

Pisé el cementerio parroquial, ningún pariente. Capaz que mañana, con inteligencia artificial, vuelva y descubra algún muerto de genética compartida.

Igual, me enderecé mirando el valle y pensé en quienes emigraron a Chile: habían contemplado ese verde. Dos calles, pocas viviendas, un templo, un palacio del siglo XVI, 63 habitantes, según Wikipedia.

Recordé las iglesias y casitas en el altiplano nuestro, recorrido hace poco, con relatos de pocos moradores, la mayoría, adultos mayores. Sus hijos habían partido a Arica, a Iquique, al sur.

¿Cómo repoblar?

Investigadores de las universidades Carlos III de Madrid y de Cádiz acaban de publicar “Estrategias para combatir el despoblamiento de la España rural”. En un video de tres minutos, el investigador Antonio Lobato lo resume: www.youtube.com/watch?v=4mPvrU55z6w.

La ciencia urbana —que ya recurre a datos disponibles, a veces confiables— hoy, como se ve en España y también en Chile, puede ir incrementando enormemente esa densidad de información sobre cada territorio.

La despoblación en España afecta el tejido social y el equilibrio medioambiental. Para dar marcha atrás, “la planificación debe ser estratégica, comprehensiva y ejecutiva”, explica Lobato.

Los investigadores proponen políticas y reglas que se organizan como capas de una torta, en un plan de desarrollo nuevo. Uno que vaya más allá del “sería bueno”, uno que incluya capas de decisiones con plazos y presupuestos (Ver el estudio en bit.ly/4msJBm7).

El plan debe integrar los datos vivientes, la demografía, la economía, la planificación urbana. Y proponer apoyar el emprendimiento, la infraestructura, diversificar la industria, preservar el patrimonio, manejar los recursos naturales… Hasta generar un polo de atracción para quienes se fueron, y más, para nuevos habitantes.

Las comunas rurales españolas con estrategias bien estructuradas, dice el estudio, incrementan su población en promedio (supongo que anual) en un 10%, mientras que las comunas sin planes disminuyen sus habitantes entre un 18% y un 28% en igual período.

No se trata de escribir cualquier plan, se requieren “instrumentos regulatorios”, obligatorios, con ajustes periódicos de políticas. Así se previene la desaparición de comunas con alto patrimonio y valioso ambiente natural.

Lobato celebra el “Atlas digital de las áreas urbanas de España”, mantenido al día por el Estado, con el que se pueden ir equilibrando los servicios dispuestos para el sector rural con los asignados a las grandes ciudades (atlasau.mitma.gob.es/#c=home). En Chile, el Minvu mantiene el Centro de estudios de la ciudad y el territorio (centrodeestudios.minvu.gob.cl).

El desafío es seguir alimentando las herramientas modernas para el Estado. Y para los comandos de las candidaturas presidenciales, tal vez. O también, para tantos jóvenes que deciden huir de las metrópolis a lugares más humanos.

La ciencia urbana es para la política.