A dos días de cumplir su tercer año de gobierno, creo relevante detenerse a considerar algo que se repite con frecuencia y que implica ignorar el saldo real que deja esta administración en el país. Me refiero a aquella tesis de que este Gobierno, habiendo fracasado en su intento refundacional, ha terminado siendo un simple paréntesis en nuestra historia. Algunos dirán “de la que nos salvamos”, otros dirán “se desperdició una oportunidad”. La verdad es que suponer que todo sigue igual que hace tres años resiste poco análisis.

Resulta evidente que de lo planteado en el programa de gobierno del Presidente una parte menor se ha concretado. Pero si no resultó la refundación prometida, en diversos aspectos el país ha derivado en la dirección que se prometió durante la campaña.

Por ejemplo, en relación con la discusión constitucional, si bien por amplio margen se rechazó el texto que el Gobierno abrazó con fuerza y convicción en septiembre de su primer año en La Moneda y en lo medular seguimos con el texto vigente con anterioridad a los actos de violencia de octubre del 2019, los quorum de modificación son más bajos; en vez de 2/3 de los parlamentarios en ejercicio, hoy se requieren 4/7 para modificarla.

En pensiones, el anhelo inicial era terminar con la participación de privados en la administración de fondos y reducir los espacios para el sector privado en la seguridad social. Si bien ello no se concretó del todo, a partir de la reforma recientemente aprobada, contamos con un sistema mixto de pensiones: un componente de reparto y un componente de capitalización individual, con una mayor presencia del Estado en la administración del sistema. A lo que se suma la estatización del seguro de invalidez y sobrevivencia (SIS), que sin más discusión ni detalles se pasó a manos del Estado.

Si hablamos de salud, el programa de gobierno hablaba de “sacar a las isapres de la seguridad social”. A pesar de que continúan existiendo, lo hacen desde una posición más debilitada que hace algunos años. La forma como se interpretó y, luego, vía reforma legal se implementó el fallo de la Corte Suprema en relación con las aseguradoras privadas de salud, las ha debilitado. Si bien no se sacaron como era el objetivo en un comienzo, sí se han ido generando las condiciones para su gradual debilitamiento.

En otros temas, como solidez fiscal, crecimiento económico y generación de empleo, la realidad reflejada en las estadísticas muestra que no hemos avanzado e incluso estamos peor.

Mes tras mes se confirma la debilidad de nuestro mercado laboral. Este período terminará con un aumento importante del salario mínimo y una reducción a 40 horas, el máximo permitido a trabajar en una semana. La creación de empleos está al debe. Y en materia de ocupación seguimos, en promedio, en niveles de más de una década atrás.

En materia fiscal, en estos años se ha registrado un deterioro sin precedentes. No solo por el aumento del endeudamiento fiscal, que a la fecha ha crecido en casi US$ 30 mil millones adicionales, lo que representa un aumento cercano al 30%, sino que también por el debilitamiento en la confianza de cumplir las autoimpuestas reglas fiscales y en los sucesivos errores en las sobreestimaciones de los ingresos. Queda la duda si ello ha sido por incapacidad técnica o por falta de convicción de un manejo responsable de la política fiscal.

En lo económico, las perspectivas presentes y futuras no han cambiado. Seguimos con un crecimiento tendencial proyectado para los próximos años que no supera el 2% y es probable que este Gobierno termine como el de peor crecimiento económico desde el retorno de la democracia. Si bien pareciera haber mayor consenso respecto de la necesidad de recuperar nuestra capacidad de crecer y generar empleo, en la práctica seguimos estancados y solo se observan tímidas e insuficientes propuestas para su reactivación.

Como estos hay muchos otros temas más en los cuales el país no solo no ha avanzado, sino que ha seguido la dirección que establecía el programa del Presidente. Este Gobierno no será un paréntesis en nuestra historia, salvo en el sentido en que los paréntesis se usan en los balances: lo que aparece entre paréntesis son las pérdidas y resultados negativos.