Conversando distendidamente con amigos sobre cómo acostumbramos a vivir nuestras vacaciones, nos dimos cuenta de que nos diferenciamos en las actividades o dinámicas que realiza cada uno durante el esperado tiempo libre, pero coincidimos en que el objetivo máximo es descansar, relajarnos lo más posible, aunque en medio de ese divagar mental que sobreviene nos da por evaluar lo que vivimos y experimentamos durante el año anterior, sea como responsables, testigos u observadores, tendiendo también a proyectar el año presente. Uno del grupo, el más racional e instruido sobre la contingencia, por dirigir una empresa, interrumpió el diálogo preguntando: “¿Descansará el Presidente de la República en sus vacaciones? Como jefe de Estado y de gobierno, dirige la política gubernamental y es responsable de la marcha del país”. Y ante nuestra mirada de asombro, enumeró los puntos que fundamentaban su inquietud, con los dedos de su mano.
En 2024 la productividad del país varió en torno al 0%. Piensen que en los años 90 —“dorados” y de mayor recaudación fiscal— la tasa de crecimiento que conocimos fue gracias a la productividad. Nuevamente hubo caída de la inversión en la construcción de viviendas e infraestructura, cayendo también la superficie autorizada para nuevas obras, el nivel más bajo en 30 años. Una incertidumbre económica y sobre todo regulatoria —incertidumbre jurídica y “permisología” no racionalizada— afecta el desarrollo inmobiliario y ha limitado la diversificación productiva y la inversión privada, minimizando la capacidad de crecimiento.
¿Qué les parece la casi nula reconstrucción en la Región de Valparaíso después del tremendo incendio que ocurrió hace un año? ¿Saben cuántas viviendas se han entregado? Solo 53 de más de 3.000 que son necesarias. Esas familias pasarán un nuevo invierno en condiciones lamentables. Quizás ocurra lo mismo con las viviendas destruidas por los incendios en La Araucanía. Por su parte, la delincuencia sigue estando descontrolada y el predominio del temor ha afectado severamente la conducta cotidiana de la población. Decenas de niños muertos en medio de balaceras entre bandas delictuales; por citar otro dato, la Región de Tarapacá tiene la mayor tasa de muertes por armas de fuego en relación con su población.
Puedo agregar al panorama la tasa de desempleo de 8,9%, que incluye informalidad laboral (con la situación económica, difícilmente disminuirá, al complicar la generación de empleos formales); los serios desequilibrios o “errores” que registran las cuentas públicas: sobreestimación de ingresos fiscales y cálculo del déficit fiscal que puede representar un problema para 2025. Uno de los ítems que en este sentido llaman la atención es el desproporcionado aumento del gasto en personal de gobierno en comparación con el crecimiento económico, sin apreciarse mayor eficiencia. No seguiré con las “chambonadas” cometidas por autoridades de gobierno o políticos afectos, que han complicado al Presidente y ministros.
¿Entendieron mi pregunta de evaluar lo sucedido durante el año 2024? No sé ustedes, pero yo no podría relajarme durante las vacaciones. Tampoco nosotros, respondimos a coro.