Me confieso. Con furia, rasguñé un auto mal estacionado, de lucecitas titilando. Fue estúpido. Tal vez mis noches de videojugador me hicieron sentir superpoderoso. Todo empezó hace 30 años con “Colonization” de Sid Meier. Hundir barcos, capturar indígenas, talar bosques… Omnipotencia. Así fui moldeando mi cabeza.
Pero, comparado con juegos de hoy, “Colonization” es sopa aguada. Miro a nietos y nietas perdidos en juegos de disparos en primera persona y me pregunto si cometí un error. Yo mismo reseñaba esos lanzamientos de juegos en los 90. Me convencía la teoría del profesor Hugo Miller: los juegos violentos liberan la agresividad. ¿Ingenuo?
Hoy surge otro panorama, la Comisión Europea, en 2021, publicó un informe “Videojuegos y el violentismo extremo” (https://shorturl.at/uIf3z). Ser un videojugador violento podría predecir conductas agresivas (https://shorturl.at/hUzdW). Aunque claro, hay estudios que dicen lo contrario (https://shorturl.at/C9mL7), pero sospecho de ellos.
La ESA, la asociación de videojuegos de EE.UU., parece estar detrás de estos estudios suavizados. Un informe de la Universidad de Florida (https://shorturl.at/7QW7l) revela que entre 2003 y 2011, la ESA gastó más de un millón de dólares en campañas políticas. Ellos argumentan que con su lobby defienden la libertad de expresión y los trabajos. Lo que no dicen es que también controlan el ESRB, el organismo que califica los videojuegos.
Yo lo tengo claro: hay videojuegos violentistas que forman gente que dispara sin remordimientos. Por eso, Europa ha puesto restricciones serias, limitando la venta según el nivel de violencia y la edad del comprador. El sistema calificador PEGI ha llevado a países como Alemania a prohibir o a hacer modificar ciertos títulos.
En Chile, la presidenta Bachelet promulgó hace diez años la ley N° 20.756, que regula la venta de videojuegos violentos a menores de 18 años y obliga a que las consolas tengan control parental. El reglamento está en el D.S. N° 51, de 2017. Es una ley fuerte y coloca al Consejo de Calificación Cinematográfica a cargo de clasificar los videojuegos según su nivel de violencia. Eso sí, también le permite usar las calificaciones que esos juegos ya obtuvieron en otros países, determinadas por PEGI en Europa o… el ESRB en EE.UU.
Consulté y, hasta hoy, el Consejo de Calificación Cinematográfica no ha tenido que calificar ni un solo videojuego. ¿Por qué? Porque los títulos ya vienen clasificados por los estándares internacionales (PEGI y… ESRB, sistemas escogidos por el Mineduc).
Aún rige nuestra ley: ningún videojuego violento se puede vender sin verificar la edad del comprador y hay multas serias para los infractores. El Sernac supervisaría esto.
Mejoraríamos nuestra convivencia abordando sus raíces. Mientras, veo a jóvenes y también adultos, relajándose, disparando sin arrugarse. Los entiendo. También fui uno de ellos.
NOTA: ChatGPT me aportó a la redacción de una versión que no me gustaba. El contenido es mío.