Manejar los tiempos es lo más difícil en la cocina. Uno no termina de pelar las papas y ya se le pasó la salsa de champiñones. Algo parecido ocurre con las leyes.
Ayer, en el edificio de la Cámara Chilena de la Construcción, en Las Condes, terminó el primer Hackatón (mitin de “computines”) en Latinoamérica, organizado por la empresa creadora de ChatGPT, OpenAI. Un premio alcanzó los 10 mil dólares estadounidenses. Mucha juventud.
El sábado expusieron ahí líderes en inteligencia artificial (IA), las principales: Anna Makanju, vicepresidenta de OpenAI, y Aisén Etcheverry, ministra de Ciencia.
El viernes, el Presidente Gabriel Boric presenció el diálogo entre Anna Makanju y académicos de Ingeniería de la U. de Chile, en un clima de búsqueda. Mientras se escriben leyes, las aplicaciones de IA cambian la existencia. (La IA nos liberaría del trabajo, predijo el decano Francisco Martínez).
Y el jueves, en la misma facultad, tres académicos y un ingeniero analizaron el proyecto de ley sobre IA, presentado al Parlamento en mayo (https://shorturl.at/PkPf7).
“La IA es inocua, que haga lo que quiera”, dijo el profesor Claudio Gutiérrez. “Los sistemas de IA son los problemas, sus usos deben controlarse”, agregó. Y señaló carencias de la ley (en trabajo, en soberanía nacional, en datos).
Para la profesora de derecho Danielle Zaror, el proyecto de ley de IA, que se inspira en la legislación europea, carece de las espaldas regulatorias en muchos temas relacionados, cosa con las que ya cuenta Europa. En Chile, lo resolverían los reglamentos. Puso el caso de Singapur, que “decidió no ponerse la soga al cuello y zambullirse, en cambio, en la economía digital”.
El ingeniero Matías Soffia, consejero de la empresa japonesa NTT Data, que invierte US$ 6 millones anuales en investigación, mostró aplicaciones de IA e imágenes: modelar ciudades en 3D, analizar el estado de los cables de transmisión, predicción de la “cosecha” de litio.
No ignoró los problemas de la IA: el uso de material confidencial, la publicación sin revisión, la violación de la propiedad intelectual, la generación de contenidos falsos. Y presentó conductas dique.
Abogó por las universidades: “Deberían tener chipe libre, están en la frontera del conocimiento”.
El profesor Néstor Becerra retomó este tema: reclamó por la escasa referencia a las universidades en la ley. Lamentó el poder de la agencia que controlará la aplicación de la IA en Chile; habló de “permisología”.
El guiso está cocinándose, está en primer trámite la ley de IA.
Habrá consultas y participaciones en la discusión y, luego de aprobar la idea de legislar, surgirán nuevas observaciones a un texto que, para mí, resulta una síntesis, un logro de muchos.
Estamos en el cocimiento necesario.
Anna Makanju contó en la U. de Chile de su asombro por la velocidad con que en el mundo se pulen legislaciones sobre IA.
Mientras, en el Hackatón que terminó ayer, aparecieron aplicaciones de IA creadas por grupos chilenos. Innovaciones ocurren, antes de la ley.