En inglés “prompt” significa “apuntar”.
Es lo que hago en la ventanita inferior de la pantalla de Chat GPT (chatgpt.com), la aplicación abierta de inteligencia artificial (IA). Ahí, como en un confesionario, deslizo mis preguntas, mis inquietudes, también mis esperanzas.
(Ahora escribo después de una conversación con Diego Rodríguez, de Matrix, joven jinete que intenta domar la nueva tecnología).
Volvamos al “prompt”. (Y si usted se anima, abra Chat GPT, interactúe con la IA).
Bueno, uno puede escribir en el “prompt”, la ventanita inferior de la pantalla, lo que quiere saber. La IA le responderá. Por ejemplo, pregunto: “¿Qué puedo hacer para dormir mejor?”.
Sobre la base de recorrer muchísimos datos mundiales sobre el sueño, la IA me responde en un par de segundos: diez consejos (establecer una rutina, cuidar el ambiente, limitar la exposición a pantallas, reducir la cafeína y el alcohol… y por último, consultar a un profesional).
No quedo satisfecho; y viene lo clave: re-recurro al “prompt”, lo que Diego Rodríguez llama la “ingeniería del prompt”. Voy a la ventanilla inferior y escribo: “Pero me llega mucho ruido desde la avenida del frente”.
Y la IA me regala 9 consejos: nuevas cortinas, sellar ventanas, paneles acústicos, tapones para los oídos… y, al final, “consulte a un profesional”.
Insatisfecho, voy al “prompt” e invento: “Mi esposa se mueve mucho en la cama, porque a veces sufre de cosquilleo en las piernas” (mal neurológico que afecta más a las mujeres, en todo caso).
La IA me recomienda al instante: consultar a un médico, optar por un colchón de buena calidad, que ella duerma con las piernas elevadas, masajearle las piernas (¡hum!), separar las camas, apoyo emocional recíproco…
A estas alturas, es como una consulta a mi psiquiatra, se me va aclarando el panorama. El problema será el difícil “prompt” que deberé escribirle/decirle a mi mujer. Así es que escribo en el “prompt”: “¿Cómo la convenzo a que ella se abra a estas soluciones?”.
La IA, comprensiva, me contesta: “Esto puede ser delicado”. (Basta con esa respuesta para que yo la ame... a la IA). Y me entrega 9 consejos, numerados. El primero es escoger el momento adecuado para conversar; luego, expresarme con empatía; también, hablar sobre mis sentimientos (y da ejemplos, no muy buenos); además, entregar información sobre posibilidades de solución, y escucharla, ofrecerle apoyo, sugerir buscar ayuda. Recomienda la paciencia y la comprensión.
Entonces, yo, humano imperfecto, voy al “prompt” y escribo: “Y si nada resulta, ¿qué puedo hacer?”.
La respuesta es privada. Pero el punto que quiero hacer es que, al consultar a la IA, vale la pena no quedarse con la primera respuesta. Uno puede ir afinando el problema en el “prompt” con más y más preguntas, y la IA, entregándome respuestas más y más atingentes.
Condorito, en sus momentos más espinosos, explotaba con un “¡Plop!”. Uno, en su relación con la inteligencia artificial, debe lanzar siempre un nuevo “prompt”.
“¡Prompt!, ¡prompt!”.