Bajando al centro de eventos del Campus Oriente UC veo, en islas de color, adultos y niños arriesgándose a jugar. Varios con síndrome de Down, lo sé.
Invitado por el Centro Down de la UC, miro plásticos unidos con imanes; manos que cambian las formas; a veces se derrumban, catástrofe y risas. Y vamos, otra vez.
Presentan el juego “ImaDiversity”, elaborado por académicos, artistas, diseñadores.
Converso con mamás de hijos Down. Elizabeth Osorio, mamá de Thomas Muñoz, 19 años; Sylvia Celis, mamá de Danila Buzzetti, 27. Me dicen:
“Todos los hijos son grandes maestros, cada niño nace con su manual de maestro para la vida; hacen ver la vida en forma diferente, hacen dar vuelta tu vida”.
Más: “Cada uno trae su propia luz, háganla brillar; no son como pétalos de rosa, pero todo hijo o hija brilla con sus grises y sus luces”.
Averiguo si se les caen los brazos. Me contestan que, no solo con sus hijos Down, ocurre con cada hijo o hija.
Les pregunto por la aprensión de que los Down sufrieren abusos. Me dicen que sí, porque las personas Down muestran una bondad, una transparencia, que los lleva a aceptar a todos. Hay que cuidarlos.
Y me hablan de generosidad. Danila y Thomas se han desarrollado, educación media, estudios, trabajo. Generosidad de cómo se relaciona una madre o padre con cada hijo o hija; y de vuelta, la generosidad de cada hijo o hija con su madre o padre. “No piden nada a cambio”.
Entonces, miro. Adelante, niños y niñas Down nos encantan con una mímica preciosa. Una flauta y una guitarra alimentan la danza.
Luego, académicos explican cómo la investigación genera caminos para crear. Para que niños y niñas Down con otros de su edad mezclen sus manos en, por ejemplo, este juego de imanes. Las investigaciones impulsaron el diseño. Evaluarán los resultados.
Observo al público: compañeros de quienes danzan y juegan; padres y madres, cuidadores.
Me voy caminando y voy uniendo las necesidades que he visto con el clamor que escuché, por Zoom, en la Cima de salud mental europea del 7 de mayo (https://n9.cl/nsam4), en Bruselas. Faltan tantos especialistas; falta diálogo entre psicólogos, neurólogos, kinesiólogos; queda tanto para saber, para prevenir los daños del cerebro, y para cuidar mejor.
La salud mental ha de ser gran prioridad. Es la segunda causa de muerte; en Bruselas citan a The Lancet: complicaciones mentales afectan al 42% de la humanidad.
Tarea para el mundo. Cifras de 2019 hablan de un 20% de aumento en 20 años. Demasiadas las encefalopatías en los neonatos; las esclerosis múltiples, las migrañas, las demencias, el autismo, las depresiones.
¡Ah, los cuidadores! Elena Moro, española elegida presidenta de la Academia Europea de Neurología, pide identificar prioridades, un plan para prevenir, para tratar, para compartir datos.
Y pide recursos: los desórdenes cerebrales capturan el 10% de la inversión en investigación y… afectan al 42% de la población.
Tal vez yo mismo he de ser cuidado. Cada cual ¿conseguirá su cuidador?
Si hay cariño más un plan, aparecerá.