Al alba de otoño, en Irán, mujeres y niños se doblan a cosechar los tres estigmas rojos de la flor del azafrán recién abierta. Con dedos finos para no estropearlos, evitan que se contaminen con polen. Deben actuar antes del calor, la flor dura unas pocas horas.
Los intensos estigmas constituyen una de las especias más antiguas. Y es la más cara. En un supermercado en Santiago, medio gramo de azafrán vale $5 mil pesos. En el mercado mundial un kilo puede valer entre $3 y $6 millones.
Irán produce el 90% del azafrán del mundo.
Pero, en 2023, un invierno gélido y un verano de 49 ºC redujeron la cosecha a la mitad. Según el Financial Times, 100 mil familias iraníes dependen del azafrán. Parecido desastre ocurre en España.
En Chile, en este siglo, la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), del Ministerio de Agricultura, ha financiado el sueño de encontrar clima y tierra para el azafrán.
Actualmente, hay intentos en La Araucanía, el valle de Casablanca, la pampa del Tamarugal.
El primer proyecto de la pampa del Tamarugal, de 2016 a 2019, invirtió $175 millones y rindió informes y un libro (https://cutt.ly/BwLDw9Cj), que tienta a emprender en estas tierras. Participó la U. Arturo Prat.
Se continuó el 2020, con $291 millones, y termina este octubre. La U. Arturo Prat lo realiza “para convertir la pampa del Tamarugal en un productor de azafrán mundial”.
El coordinador del proyecto, José Gregorio Delatorre Herrera, me informa que cambios en el clima de la pampa del Tamarugal transforman las condiciones. Se necesitan fríos en invierno, como las cerezas, me dice. Hay que buscarlos en altitudes mayores. Y la intensidad de la luz solar de la pampa los lleva a elegir laderas sombreadas.
Igual, las mediciones de aroma, sabor y color del azafrán chileno superan a los mejores del mundo.
Calculan que si se le entrega a una familia una hectárea y los cormos (como bulbos) de las plantas, la cosecha le produciría un ingreso suficiente. Como los cormos son muy costosos, la familia debería entregar al proyecto parte de los que broten cada temporada.
Leí testimonios de pequeños agricultores de 2021 en el municipio de Los Sauces, en La Araucanía, donde 15 personas consiguieron 500 gramos ($1 millón por 200 gramos cosechados en mil metros cuadrados). Cristián Holzmann, ejecutor del proyecto, comentó: “No necesita riego, es muy resistente a la sequía, las heladas y el calor”.
En su libro “Azafrán”, la estadounidense-iraní Ramin Ganeshram, establece una línea de tiempo del azafrán, incluyendo una referencia al “Cantar de los Cantares” en la Biblia, otra en “La Ilíada” de Homero, y testimonios de sus virtudes medicinales.
Me encantó su descripción del fanatismo de Alejandro Magno por la especia. Se casó con Roxana, hija del rey Darío, adoptó costumbres persas, comía arroz con azafrán y se daba baños de azafrán para curar sus heridas y aliviar sus músculos.“El príncipe macedonio se convirtió en la celebridad vocera del azafrán”, escribe Ganeshram.
Otra vocación para Chile: ser Meca del azafrán.