Uno de los mayores honores que recibí como ministro fue la invitación que me hizo el entonces rector de la Universidad de Chile, don Ennio Vivaldi, a pronunciar el discurso de inauguración del año académico de esa casa de estudios. Mi abuelo, mi padre, mi suegro y yo, todos estudiamos en esa universidad. Sentía que desde Beauchef hasta Pío Nono, miles de gigantes me observaban. Escribí el que creo que ha sido uno de mis mejores discursos y del que, lamentablemente, no guardo copia. El Mineduc lo bajó de su página web en esa característica tan propia de la izquierda de querer borrar la historia y eliminar lo que no le gusta.
Minutos antes de que cruzara la calle, me llama el rector para advertirme que tenía información de que era probable que me funaran y que no podía garantizar mi seguridad. Le agradecí la deferencia de informarme, pero le dije que era ministro de un gobierno democráticamente elegido, que era exalumno de esa universidad y que como ministro de Educación no era solo un privilegio hablar en una universidad pública, sino una obligación inherente a mi cargo. Dicho eso, ya no pude cruzar la Alameda caminando, sino que tuve que llegar en auto custodiado por carabineros. Mi seguridad nunca estuvo en riesgo, pero en el aula magna había un grupo de estudiantes con carteles en contra del gobierno que gritaron consignas, hasta que supongo que se aburrieron o repararon en que estaban completamente fuera de lugar.
Ahora lo mismo lo sufre Sergio Micco en mi Facultad de Derecho. Antes le pasó al exembajador de Israel, que hace un tiempo no lo dejaron ir a exponer la posición de Israel sobre el Medio Oriente. Estudiantes pretenden imponer la violencia sobre el diálogo y la funa sobre el debate racional. Celebro que Sergio Micco los haya enfrentado con la impronta que le da su historia personal. Él tiene mucho por lo que sentirse orgulloso para dejarse intimidar por un grupo de adolescentes ignorantes.
Qué le pasó a la izquierda liberal, que de promover la tolerancia se radicalizó para transformarse en la ideología de la intolerancia. Predican la diversidad, pero no la practican. Solo promueven la diversidad sexual, pero la diversidad de pensamiento la condenan y persiguen. Si no me cree, pregunte cuántos profesores de derecha existen en Sociología de la Universidad de Chile.
Este es el resultado cuando el marxismo hegemoniza la izquierda. Nada bueno sale de ahí. Ni para la izquierda ni para el país. Hoy el protagonismo lo tienen los extremistas del Frente Amplio y el Partido Comunista, que repiten las mismas malas ideas de siempre que han postrado a nuestro continente. Por eso no es casual que los deportistas cubanos hayan desertado a Chile. De los países libres no se deserta, se emigra, pero Cuba es una dictadura. Y esto no es culpa del bloqueo de EE.UU., como declara el cara de palo presidente del PC. ¡Realmente se pasó!, qué tiene que ver un embargo de productos con la prohibición de viajar impuesta por el gobierno de Cuba a sus propios ciudadanos. Es la característica del PC, mentir sin pestañear y siempre culpar a otro. Vea a la ministra Vallejo, que considera que el robo del caso Convenios —en que se vio involucrado medio Gobierno— es culpa del gobierno anterior, que relajó los controles. Dónde quedó eso de “no importa dónde andaba ni cómo vestía”. Querida ministra: robar es malo, con o sin controles. Así no es raro que el PC sostuviera que el muro de Berlín se construyó para impedir la invasión del Oeste y mantuviera silencio cuando cayó y todos cruzaron para este lado. Por eso, sir Winston decía que los comunistas eran como los cocodrilos, que cuando abren la boca uno no sabe si se están riendo o si nos quieren comer.
Esta es parte de la guerra cultural e ideológica que se da en todas las sociedades. La gente moderada en Chile se calló mucho tiempo y dejó que crecieran la mentira, la ignorancia y la estulticia. Esta se impuso y estancó el progreso de Chile; hirió de muerte a nuestra educación pública y deterioró la privada y —si la dejamos— destruirá nuestro sistema de jubilación y de salud. Por eso es hora de aprobar una Constitución que les propinará una derrota contundente a la ignorancia histórica, la flojera intelectual y el desprecio económico que inspiran a este gobierno.