Ya este año, 337 mil personas han visitado el Museo Nacional de Historia Natural, en la Quinta Normal. Cumplió 193 años.

El jueves, ante el esqueleto de la ballena Greta, habló el director Mario Castro. Olvidé mis audífonos, escuché mal.

Gritos de niños visitantes me apagaron aún más el discurso del director. Era un significativo fondo ambiental, empero. Aproveché para pensar en él, Mario Castro, este académico formado —gracias a becas de la fenecida Fundación Andes— recorriendo museos del mundo. Y pensé en la ballena Greta, como un fantasma detrás… Greta, por Grete Mostny, directora entre 1964 y 1982.

Ser director de este museo no es cualquier cosa. Cuando nace, y Diego Portales emerge triunfador de los conflictos políticos de 1829 a 1830, el naturalista Claudio Gay asume el cargo. Un grande (https://shorturl.at/bKSX5). Me convocan otros directores, como Rodulfo Amando Philippi (1853-1897), Ricardo Latcham (1927-1943), Enrique Gigoux (1943-1948), Humberto Fuenzalida (1948-1963), la gran Grete Mostny (1964-1982)…

Escucho al director Castro referirse al pasado para celebrarlo y proyectarlo. Celebra los investigadores, los laboratorios, el grupo humano, “cada reunión nos acerca a un conocimiento más profundo del mundo”, dice. Y viene un homenaje a funcionarios que cumplen 10, 20 y 40 años en la institución. Sus colegas aplauden. Aquí han hecho su vida, “a veces más que en sus propias casas”, me dice Ximena Arriagada, del Departamento de Botánica.

La doctora en historia Daniela Serra, que acaba de publicar su libro “De la naturaleza a la vitrina”, concentrada en Claudio Gay, me advierte contra el culto a la personalidad. La obra no proviene de personajes, sino de equipos.

La comitiva que salía con Gay la integraban a veces 25 personas. Lo acompañaban peones, guías, aficionados y coleccionistas. Gay no sabía de taxidermia.

Los objetos obtenidos viajaban a Santiago, para clasificarlos. Por un contrato de Gay con el Museo de Historia Natural de Francia, ejemplares partían a París. En la portada del libro de la Dra. Serra aparece un escarabajo verde aportado por Gay: es un “ejemplar tipo”, encabeza, desde Francia, la genealogía de su especie.

Los ejemplares físicos resultan especialmente relevantes hoy, me dice la Dra. Serra. Se pueden comparar con otros actuales y ver si el clima los cambia.

Los celulares llaman a tantos a observar la naturaleza, conversamos. Y aplicaciones consiguen reconocer las imágenes. Ciencia natural ciudadana, inteligencia artificial, generadores de ciencia de la naturaleza.

Pero se exige un rigor. El jueves, la botánica Mélica Muñoz y su hijo, Andrés Moreira Muñoz, Ph. D., descendientes del gran botánico Carlos Muñoz Pizarro, donaron una colección de tres mil ejemplares de plantas herborizadas, años de su trabajo. Vimos esos tesoros, plantas disecadas y montadas según normas estrictas, patrimonio para el Herbario Nacional.

Plantas para los futuros investigadores, tal vez los niños de la algarabía, en este lugar sagrado.