Finaliza una intensa y buena semana política, iniciada con el viaje en que Boric y Piñera quisieron mostrarse juntos y dialogantes. Siguió con un cambio de gabinete que tiene un potente mensaje en favor de la probidad, y terminó con el inicio de un diálogo que es una promesa de otro clima político, aunque sea aún frágil e incipiente.
La oposición calificó el cambio de gabinete como acotado y cosmético. A mí no me parece menor que un Presidente decida desbancar de todos los cargos de la primera línea gubernamental a un partido que ha defraudado la fe pública, mediante la acción de varios de sus militantes. Me cuesta imaginar una sanción política colectiva más potente que un Presidente pueda tomar para revalorizar la probidad en su coalición. Ese mensaje no es menor y solo cabe aplaudirlo.
Antes que eso, el viaje del jefe de Estado con su antecesor en el avión presidencial, mostrando la unidad de Chile en el concierto latinoamericano. ¡Cuánto ha madurado el Presidente desde que prometiera perseguir penalmente a Piñera hasta invitarlo a compartir viaje con él y así mostrar la continuidad del Estado de Chile!
Cada uno tendrá su opinión acerca de cuánto habita (ya) Boric el cargo de jefe de Estado. Lo que no cabe duda es el largo camino que ha hecho en esa dirección. También cabe valorar la actitud de Piñera que, lejos de rencores, acepta también esa foto con quien lo atacara tan duramente.
Pero lo más significativo de la semana política fue, sin duda, la reunión del jueves. Que ella fue tensa y dura lo dijeron prácticamente todos quienes participaron en ella. ¿Para asustarse o defraudarse por ese tono? Por el contrario; lo que habría sido raro y digno de causar temor habría sido que la reunión no hubiera sido tensa y dura, luego de meses de crispación y de la guerrilla de descalificaciones entre Gobierno y oposición, en los que los pocos encuentros, en el Congreso, servían más para enlodar al adversario que para llegar a acuerdos. Si en esas condiciones la reunión no hubiera sido tensa y dura, habría querido decir que los interlocutores habrían actuado de manera cínica y deshonesta. Como lo dijo el diputado Ramírez, de la UDI, “todos llegamos a la reunión atragantados. En las últimas semanas habíamos tenido declaraciones muy duras que venían de La Moneda hacia nosotros y de nosotros hacia La Moneda. Todo Chile fue testigo de que el ambiente andaba bien crispado, cuando uno llega atragantado a una reunión como esta y las cosas se dicen, claro que se generan momentos de tensión”. ¿Que salieron de la reunión sin alcanzar ningún acuerdo? Nadie podría haber ambicionado que se produjeran en una primera reunión así. Habrá que convenir una agenda, un calendario, interlocutores por tema e irlos tratando de a uno. Acordaron seguir las conversaciones y todos han bajado sustancialmente el tono. No es despreciable ese cambio. El Presidente y la vocera valoraron el encuentro con tono conciliador y franco. La derecha planteó críticas y quejas (es su función como oposición), pero no las puso como condición para seguir el diálogo, ni pidió retractaciones o que se le dieran disculpas como condición para seguir conversando, a lo cual ya empezaba a acostumbrarnos. No es poco, comparado con la trifulca que veníamos presenciando y que nos conducía a la inacción política, quién sabe con qué consecuencias.
¿Irá a resultar algo bueno de todo esto? Me parece que hay una razón para tener un moderado optimismo: no se trata tan solo de creer que, de un día para otro, ha aumentado la conciencia patriótica de que, sin acuerdos políticos, el país no avanza. En cambio, donde sí me parece se puede poner una pizca de esperanza es en el interés propio y egoísta de cada partido: el país clama por que las fuerzas políticas alcancen acuerdos. No hay encuesta que no lo muestre con elocuencia.
Ante ese clamor ciudadano, quien dinamite los frágiles puentes que comenzaron a tejerse el jueves lo pagará muy caro.
Más de alguien podrá pensar que es exagerado calificar de buena una semana solo porque han sucedido cosas que debieran ser de ordinaria ocurrencia en una democracia. Bueno, es que en la nuestra hace rato que no ocurrían y lo valioso y esperanzador en política es, como siempre en ella, en la medida de lo posible.