Las declaraciones de Paulina Vodanovic a Revista Ya del martes pasado han sido objeto de no pocos comentarios y reacciones, pero merecen volver a mirarse, pues podrían pertenecer a aquel escaso grupo de manifestaciones que, en medio de tanto ruido, quedan gravitando por largo tiempo y cambian, en algo, la dirección del viento.
Me refiero a las palabras que calificaron de gran error el haber callado el 18 de octubre; el no haber salido a defender con fuerza las ideas y logros de los gobiernos en que participó el PS. Y, sobre todo, el que haya calificado de tremendo error no haber condenado tajantemente esa violencia.
Lo primero que cabe destacarse es que, al menos en la publicación, esas afirmaciones no aparecen como respuesta a una pregunta, sino como una reflexión con que ella misma inicia la entrevista. Si fueron hechas al margen de toda pregunta, es razonable suponer que esas frases no surgieron espontánea y desaprensivamente, casi sin querer o sin mayor conciencia. Por el contrario, parecen un indicio de que la presidenta del Partido Socialista meditó y buscó deliberadamente decir aquello, que quería decirlo al concretar la entrevista. Al menos, no pudo desconocer el revuelo que generarían.
Un primer efecto que tendrán esas palabras es que instalan en la agenda la pregunta por la condena de la violencia con una fuerza que ningún político de derecha ni periodista había logrado. De aquí en más, los dirigentes de partidos de izquierda y los personeros del Gobierno serán preguntados una y otra vez si condenan o no la violencia de fines de 2019 y comienzos de 2020. Les será mucho más difícil recurrir a respuestas elusivas o ambiguas. Si el político de izquierda va a condenar, tiene instalado un parámetro difícil de eludir, una condena total, tajante e incondicionada. Paulina Vodanovic es una política con trayectoria; por algo ha llegado a ser presidenta del PS. Es de suponer que previó este efecto; este aprieto en que ponía a sus socios de coalición.
Paulina Vodanovic instala ese efecto a un mes de los 50 años, cuando ya entramos en tierra derecha en esa conmemoración. En un momento en el que estaba instalada la pregunta acerca de la condena del Golpe. No hay paralelo que hacer entre la violencia del 11 de septiembre del 73 y la del 18 de octubre del 2019; no hay comparación posible entre las asonadas callejeras recientes y el bombardeo de La Moneda de entonces. Con todo, a partir de estas declaraciones, resultará muy difícil afirmar que nunca debe interrumpirse el proceso democrático y no sostener, a la vez, que debió condenarse tajantemente la violencia del 18 O, como ahora afirma Vodanovic y también condenar los esfuerzos desestabilizadores al gobierno en que incurrieron no pocos dirigentes y parlamentarios de izquierda. (Esto lo afirmo yo, no ella).
Las palabras de Vodanovic serán recordadas. Bajo su liderazgo, será difícil que el PS selle alianzas futuras con quienes hagan de la crítica a los 30 años su plataforma y la bandera que los aglutina. Sus palabras son un anuncio de que la defensa de las ideas y logros de esos gobiernos será, desde ahora, ejercida con fuerza.
Más de alguien afirmará que sus palabras son oportunistas o recalará en análisis menores acerca de la tensión a la que somete al Frente Amplio en sus horas más duras. Yo creo y quiero ver en sus palabras el ejercicio oportuno de un liderazgo que hacía tiempo no presenciaba. Es posible que ella haya aprovechado un momento de debilidad de sus socios de coalición para notificarles que el PS, de aquí en más, defenderá vigorosamente el legado de los 30 años. No se aprovecha de la debilidad de quienes hicieron de la crítica a esos gobiernos la principal bandera que los aglutinaba, para debilitarlos más, para recordarles el caso Convenios. No, lo que ella hace es un punto político mayor, que pone fin a un largo proceso en el que al Socialismo Democrático se le entró el habla frente a la crítica algo arrogante del Frente Amplio.
Al anunciar que el Partido Socialista nunca más debe dejar de alzar la voz frente a la violencia como método de acción política y al criticar el silencio de su propio partido frente a la arremetida frenteamplista, Vodanovic clausura un momento de extravío del Socialismo Democrático. Las suyas parecen las palabras propias de una líder; de alguien que, sabiendo leer los momentos, mueve la aguja en la dirección que desea.