Marianne Mathieu y Fernanda Aros, periodistas, publicaron el jueves en “El Mercurio” cinco lecciones de las inundaciones.
Busqué la red de estaciones activas de nuestra Dirección de Meteorología a lo largo de Chile (https://shorturl.at/aoOZ6). Seguramente faltan equipos, pero los datos sobre viento y lluvia están en tiempo real. Y hay investigación.
Por eso, en el reportaje, los entrevistados reclaman. “Llegamos tarde… estamos al debe… esto sabíamos que podría ocurrir” (Uwe Rohwedder). No atendimos a los datos. Los hay y vienen más.
Proliferan herramientas. El miércoles, el Instituto coreano (del Sur) de ingeniería civil publicó “Pronosticar inundaciones súbitas con una hora de anticipación” (https://shorturl.at/bFIS9). Tiene una gracia: no requiere los datos de todos los cursos de agua que se podrían desbordar.
Bastan los datos históricos de una cuenca para calcular y avisar el desborde de un curso de agua vecino. Esto es muy valioso; Chile aún no logra cumplir la promesa de estudiar las numerosas cuencas que lo atraviesan.
En Corea, el sistema predijo las inundaciones súbitas y sus consecuencias con un 90,3% de éxito. El gobierno lo aplicará desde enero en Seúl.
Pregunté si era aplicable a Chile. Me respondió afirmativamente el investigador jefe, el Dr. Seokwan Hwang, “siempre que haya un mínimo de datos históricos (el daño, el punto geográfico, la hora, topografía, el suelo y, sobre todo, la pluviosidad)”.
Calculan así la velocidad del flujo, que dependerá de múltiples factores, especialmente de la profundidad del curso de agua y de su pendiente. Esto resultará clave en áreas inundables urbanas con pendiente baja. Para alertar.
Al día siguiente, la investigadora Ágata Lapedriza, del grupo de inteligencia artificial para el bienestar humano en la U. Abierta de Cataluña, publicó cómo analizar desastres aprovechando las fotos de redes sociales (https://shorturl.at/fDLQ9).
Ella enseña informática, multimedia y telecomunicación. Y durante una pasantía en el MIT (Massachusetts Institute of Technology) desarrolló esta herramienta.
La gracia es que, con el sistema, la autoridad puede monitorear el desastre. El mecanismo estudia automáticamente las fotos catastróficas que miles van subiendo a la red.
Imágenes de 2015, con terremotos de Chile y de Nepal, entre otras calamidades, sirvieron de ingredientes para entrenar la herramienta de inteligencia artificial: 1,7 millones de fotografías.
El sistema aprendió a distinguir, por ejemplo, entre una hoguera y un incendio, así establecieron 43 tipos de incidentes. El desarrollo permitirá cuantificar automáticamente la gravedad de un evento y hacerle seguimiento en vivo.
Conocer más para decidir mejor. Total, no estamos tan mal: la U. de Würzburg, Alemania, clasifica a Chile 2022, en stateness-index.org, como el tercer país de América Latina en la capacidad de su Estado, detrás de Uruguay y Costa Rica.
Somos el 36º del mundo. El primero, Singapur; el segundo, Australia, donde están dos de mis nietas. Saludos.