El Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación abrió un concurso para financiar investigaciones en humanidades, artes, ciencias sociales. Pueden participar las universidades (https://tinyurl.com/2om2qgea).
Es que durante años las humanidades, las artes, las ciencias sociales han sido parientes pobres de la investigación. Y con cierta razón. Investigar en las ingenierías, la astronomía, las ciencias biológicas, la ecología, implica generalmente contar con equipamientos y experimentos muy costosos.
(También es cierto que los ingenieros cuestan más caro que los filósofos o los artistas. Bueno, los ingenieros producen más riqueza, se podrá decir. Y es cierto. Yo supe desde que entré a estudiar periodismo que mis sueldos tendrían tope). Y, además, el tinte ideológico marca a veces estos campos del saber y suscita recelos públicos.
Además, cuesta tanto delimitar las áreas del arte, las ciencias, las humanidades. La convocatoria del ministerio intenta establecer las fronteras entre ellas.
En el campo de las artes, incluye, en este orden: las técnicas audiovisuales de producción para medios de comunicación, el diseño industrial, el diseño de modas, el diseño de interiores. Siguen, a continuación, las bellas artes, las artesanías, la música y las artes escénicas.
(Propongo que investiguen sobre el influjo del software Adobe Firefly en la creatividad, https://tinyurl.com/2es8h97f).
En el campo de las humanidades, las áreas entusiasman. En primer lugar, se propone la religión y la teología, áreas descartadas en tantas universidades, pese a que estuvieron en el origen de varias de ellas. En segundo lugar, aparecen la historia y la arqueología (¿dejan fuera la paleontología y nuestros dinosaurios?). Y, en tercer lugar, proponen la filosofía y la ética; así, tal cual, separadas.
También convocan a investigar en adquisición del lenguaje (idiomas), literatura y lingüística.
Siguen las ciencias sociales y del comportamiento: ciencias políticas, educación cívica, psicología, sociología, estudios culturales (vaga cosa, me parece), antropología y geografía.
Y un área sobre información que incluye periodismo y bibliotecología.
Finalmente, aparece derecho, como también trabajo social y “orientación”.
La ministra Aisén Etcheverry dio cuenta de esta iniciativa, que tiene un horizonte de 13 o más años, durante la cuenta pública que presentó la semana pasada en Iquique.
Uno de mis nietos estudia Filosofía. A veces, me ha señalado su incertidumbre profesional. Yo lo felicito por elegir esa carrera. Nuestra sociedad, nuestro mundo, necesita labrar su identidad a cada paso de su fluir. Y para ello, requiere de las artes, las ciencias sociales, las humanidades.
Y, como dijo la ministra, los proyectos industriales deben resolver también los conflictos humanos que pueden provocar. Y ahí están, entre otros, los filósofos, los especialistas en moral y ética.
En busca del sentido: otra laya del saber.