Ayer concluyó la reunión anual de la Asociación Estadounidense para el Avance de las Ciencias (AAAS, por su sigla en inglés), con un fiasco. El viernes, un e-mail pidió excusas a quienes participábamos en remoto y se cerró la transmisión, por razones técnicas.
Igual, pasé dos días conectado con Washington, olfateando y aprendiendo. Ciencia en tiempos tensos, de guerra y con inmensos cambios tecnológicos.
La presidenta de la AAAS, la doctora Gilda Barabino, en su discurso inaugural saludó, entre otros, al embajador de Ucrania en EE.UU. Y también al señor Jie Zhang, director general del Instituto Chino de Investigación para la Divulgación de la Ciencia. Seguro había rusos, no fueron saludados. Se juntan más de mil científicos.
Antes del discurso inaugural, yo había escuchado a especialistas que caminaron por la cuerda floja de resguardar la ciencia estadounidense. Rebecca Keiser, encargada de investigación de la Estrategia de Seguridad, de la Fundación Estadounidense para las Ciencias (NSF, en inglés), y Toby Smith, vicepresidente de política de la Asociación de Universidades Estadounidenses.
Keiser contó de un nuevo centro de evaluación de riesgos de filtraciones. “Estamos financiando un centro de entrenamiento en riesgos y uno de los módulos trata la colaboración internacional”.
Smith aludió a Rusia, Corea del Norte e Irán como peligrosos. Pero levantó los ánimos celebrando el aumento de presupuesto para la estrategia de seguridad en ciencias (mil millones de dólares). Y reconoció la necesidad de atraer talento extranjero: “El talento es bienvenido acá, a pesar de los desafíos de las relaciones con China, hoy”.
La presidenta Barabino, en su discurso, llamó a colaborar. Dijo que los presentes estaban comprometidos con la excelencia al servicio de la sociedad para la vida mejor de todos. “Demos el ejemplo de cómo discutir, debatir e, inevitablemente a veces, disentir, al construir un mejor mundo para todos. Lo cual me lleva al tema de esta reunión, ‘La Ciencia para la Humanidad'” (comprensión y amabilidad, compasión, simpatía, generosidad, citó diccionarios).
“La ciencia está imbricada con la condición humana, con las experiencias humanas y es, por lo tanto, la gran conexión”, dijo. Y llamó a reflexionar sobre cómo el conocimiento ha sido usado para dividir y a pensar cómo puede unirnos.
Finalizó pidiendo un análisis del hoy desde el futuro: ¿Qué habíamos logrado hoy? “No dejemos a nadie atrás, porque mostrar humanidad es compadecer, mostrar amabilidad y comprensión hacia los demás, y construir confianza cuando se la requiere con desesperación”.
Había paseado por los descubrimientos del siglo, incluyendo la genética, la inteligencia artificial. Y abogó por la diseminación temprana de los avances, por el periodismo científico, la educación continua, inclusiva, una nueva mirada a los títulos y grados, y a la docencia.
Cómo llevar a la práctica esos cambios provocó los debates de los siguientes tres días. Vi experiencias magníficas. Hasta que se cortó la transmisión.