Tres nietos recorrieron Chiloé. De cuanto me comentaron, me quedo con lo que vieron en el señor Juan Vidal.
Él es el encargado de viveros nativos en la Estación Biológica Senda Darwin, fundada hace 27 años, un 12 de febrero, por los investigadores Juan Armesto y Mary Wilson en la comuna de Ancud. Son 113 hectáreas con praderas, matorrales, bosque templado lluvioso. (sendadarwin.cl).
Según Charles Darwin, “este enmarañado bosque húmedo dominaba gran parte del paisaje chilote hace 200 años”. Lo afirma el Instituto Chileno de Ecología y Biodiversidad, asociado al proyecto Senda Darwin (ieb-chile.cl). Participan investigadores de las universidades de Concepción, de La Serena, Católica de Chile, Austral de Chile, de Chile, de los Lagos, de Talca, de Santiago, Católica de Valparaíso, Santo Tomás.
El señor Juan Vidal no tiene título universitario.
Acogió a mis nietos de 13, 16 y 18 años y los marcó con su devoción por el bosque. Les contó eso que Senda Darwin editó en forma de libro: “Flora nativa, propagación de plantas del sur de Chile”, por Juan Vidal y colaboradores, ilustrado por María José Carmona (está en Amazon; la versión Kindle vale casi $7 mil).
La ilustradora me escribe: “Lo que te va contando es su propia experiencia, su propia relación con cada arbusto, árbol, o incluso trepadoras...”.
En el libro, los científicos Juan Armesto y Silvia Lazzarino lo presentan: “… tuvimos la fortuna de conocer a Juan Vidal, el chilote que ha sido clave para aportar al conocimiento práctico contenido en esta guía. Llegó a trabajar en la Estación unos 15 años atrás y se interesó de manera entusiasta en el vivero, haciendo ensayos de propagación de plantas nativas para nuestros jardines y senderos. Autodidacta en un oficio vital para la recuperación de los bosques, Juan nos comparte en este libro su experiencia a través de sus relatos y su amor por las plantas”.
El señor Juan Vidal impresionó a mis nietos con la búsqueda y tratamiento de semillas, la siembra, el vivero, el control del estrés, los cuidados del crecimiento. Ahí mismo admiraron resultados: un alerce de tres metros, un coigüe de seis, más árboles y más arbustos y la gloria del señor Juan Vidal.
Lucía (13) me comentó de las muchas técnicas que él desplegaba “para hacer que las semillas broten”.
Y continuó:
“Me sorprendió que no usaba la internet para saber cómo germinarlas, sino que experimentaba y tenía sus propias técnicas para ayudarlas a crecer y trasplantarlas al tiempo correcto. En las mañanas era él quien iba a recoger las semillas”.
Camila (18) me contó que él le mostró una bolsa con frutos morados de luma, adentro, la semilla, “como una conchita de un pequeño caracol... Para que germine, me explicó, tiene que meterla al refrigerador, para hacerle creer que ha pasado el invierno. Cuando la saca, la puede plantar en cualquier estación y brotará”.
Calla y dice: “... de las personas más dedicadas a su trabajo que he conocido”.
“Se ve muy rudo de cara —me comentó Simón (16)—, pero es totalmente lo opuesto: un hombre muy paciente”.
Clave para regenerar nuestro agredido bosque.