En la revista Applied Ornithology, más de cien ornitólogos españoles y latinoamericanos publicaron una protesta. Al final, llaman a la colaboración internacional (https://bit.ly/3XhFKdK).
Protestaron por un trabajo firmado por ornitólogos del hemisferio norte que señalaron vacíos en la ornitología latinoamericana.
Los latinos refutaron ese trabajo con referencias que llenaban esos vacíos. Y más.
Lamentaron el “colonialismo científico”. Las principales revistas son en inglés. Algunos editores, cuando reciben un trabajo sobre aves del hemisferio sur, lo descalifican como “demasiado local”.
Además, exigen costosos métodos de investigación, como los sistemas de marcación y seguimiento de aves. Los críticos a la ornitología latinoamericana no leen publicaciones en español o portugués.
El trabajo acusa a los ornitólogos del norte de practicar “ciencia de helicóptero”: vienen, observan, muestrean y luego regresan. No viven acá, no consultan el conocimiento ancestral de los pueblos originarios.
Tanto es así, que bautizan las especies señalando su origen geográfico (p. ej.: “patagónico”) en circunstancias de que la población local hace siglos que las nominó por su canto.
Tomás Ibarra, ornitólogo chileno experto en onomatopeya de aves, afirma que el nombre de más de la mitad de las especies proviene de las lenguas nativas: tiuque, rere, concón, huet-huet. Pero el fío fío es, en inglés, “White-crested Elaenia”; el cometocino, “Patagonian sierra-finch”.
Nosotros valoramos la extraordinaria historia de los naturalistas en nuestro continente, me dice Ibarra. Menciona a misioneros, exploradores, además de la cultura de pueblos originarios. “Una historia ornitológica impresionante”.
La publicación latina produjo resultados, me dice: la American Ornithological Society creó un premio para latinoamericanos. “Queremos construir juntos”.
Yo me siento un poco ridículo destacando nuestra ornitología, con el fuego aniquilando nuestras aves.
El doctor Tomás Altamirano, ornitólogo, encargado del Comité Operativo de la Estrategia Nacional de Conservación de Aves 2021-2030 del Ministerio de Bienes Nacionales, me señala el chucao, el churrín, el huet-huet, habitantes del sotobosque, como las especies más afectadas por los incendios: vuelan corto, caminadores.
Y me subraya lo carismáticas, queridas, que son las aves. De hecho, en la elaboración de la Estrategia Nacional para conservarlas, fue fácil reunir a dos mil chilenos de todas las regiones para que aportaran.
La Estrategia Nacional (https://bit.ly/40JNtUZ), elaborada durante dos años y que presentó la ministra Maisa Rojas a fines de enero, es maravillosa. Al final, trae mallas de decisiones para atacar 14 problemas. El primero, ¡los incendios forestales!
Altamirano me habla de los millones de aves perdidas en el mundo por cambios en los hábitats. Es lo que sufren ahora nuestros ejemplares de aves, insectos, reptiles, mamíferos.
La reconstrucción ha de abarcar más que las casas, escuelas, templos y empresas.