La artista Paz González, de Concepción, trabaja resignificando palabras. Viajó a Recoleta para apoyar a los vecinos del barrio Schlack frente al cerro Blanco, alrededor de la sede de la Fundación Mustakis, que la trajo (www.fundacionmustakis.org).
Los vecinos acudieron. Trabajaron la palabra “barrio”. Quedó definido como “nación de pequeñas experiencias compartidas”. Y también como “intimidad grupal”.
¿Podré resignificar mi propio barrio?, me pregunté.
Los vecinos de la calle Schlack proyectaron su re-visión. Idearon narrativas con la definición recién creada y pintaron murales en su “nación de pequeñas experiencias compartidas”, expresando su “intimidad grupal”.
En Bajos de Mena, me dice Leonor Merín, directora de innovación y territorio de Mustakis, crearon un rap que dice “somos luz, más que sombra”.
“De verdad”, dice Leonor, “no podemos seguir preguntándonos ‘¿llevo el computador?, ¿me irán a asaltar?', ¡empecemos a relacionarnos de manera humana y no desde el miedo!”.
Desde el sentirse, expresarse, confiar, los vecinos asociados a la red #SomosTerritorio (somosterritorio.org) presentan sus esperanzas, nacen proyectos, buscan recursos.
El sábado, en Recoleta se reunieron organizaciones con diferentes alientos en torno al vecindario. Ahí estuvieron Avina, Colunga, Fibra, Olivo, Fusupo, Urbanismo social, Don Bosco y Techo. Hay más: Simón de Cirene, Gulliver, Déficit cero, Fútbol+, Por todas, Colabora, Emergentes, Gastronomía social, Quiero mi barrio, Grupo Patio.
Muestran resultados. Aparecen líderes, que no siempre son los más locuaces.
(“No damos diploma de líder”, dice Leonor). Y me habla de los “segundos violines”, que sostienen la música, no siempre los más virtuosos, pero que al final construyen las decisiones.
Se muestran.
“Contemos la realidad de los territorios de manera positiva, porque la estigmatización pone palabras en sitios a los que, en verdad, la gente que habla ni siquiera llega”, me dice Leonor.
Y Patricio Carvallo, encargado de los barrios en Mustakis, habla de las redes: “Vibran en creatividad, imaginación para enfrentar el día a día; si uno ve a otro que aporta, empieza a pensar que también puede”.
Convocan, cada comunidad define prioridades; descubren apoyos. Copan los espacios públicos, quitándoselos al narco.
Le pregunté a Antonia Anastassiou, directora de comunicaciones de Fundación Mustakis, sobre el liderazgo territorial.
Me habló de sorpresas: aparecen cuando son los vecinos y vecinas quienes expresan su barrio, no siguen los cánones previstos.
“Vamos aprendiendo cómo ir formando una comunidad más sólida. Ahora queremos celebrar, llevamos un tiempo en el territorio. La cita del sábado fue un hito también en los 25 años de la Fundación Mustakis”.
Me toca: hace siete años, integré el consejo asesor de esa fundación y aprendí su mirada que, ahora, enfoca la nación de pequeñas experiencias compartidas, las intimidades grupales, el barrio.