Me ejercito en clase de pilates. Me matriculé porque mi mujer insistió ¡muévete!
Hace poco me sometí al test Irene y debí confesar que sí, había perdido fuerzas en este último tiempo, que sí añoraba un banquito cuando salía a caminar más de tres kilómetros.
Se lo dije a Iris Delgado, una de las directoras del proyecto Irene: con esa información, me declaró “adulto mayor en riesgo”. Es lo que mide el test, de la U. del Desarrollo.
Yo podría haberme sometido al Empam, Examen de Medicina Preventiva del Adulto Mayor, gratuito. Pero quise conocer el Irene, un examen realista y futurista, que no reemplaza el Empam, pero ayuda. Y es más rápido: dura 15 minutos, en lugar de 60.
Me interesó porque aplica inteligencia artificial.
Varios investigadores en salud en Chile aprovechan la inteligencia artificial. En la U. de Chile existe una iniciativa con el MIT que aborda el cáncer (la contaremos). La inteligencia artificial, bajo sospecha por sus implicancias éticas, resulta más y más ineludible en salud.
En Chile contamos con lo crucial: los datos. Leer los datos de los nacidos después de 1990 y los fallecidos desde 1972 agotaría cualquier ojo y cerebro. Pero un computador los organiza sin descansar.
En el caso de Irene, médicos, estadísticos, una matemática e informáticos estrujaron esos millones de datos. Listaron así las mayores amenazas que enfrentan los adultos mayores en Chile. A ellas apunta el test.
Así supe que mantener el estado físico ayuda… ¡mucho más que la lucidez!
El Irene no sustituye al Empam, pero acelera la prevención de enfermedades debido a su velocidad. (Claro que me advierten que ningún examen sustituye al autocuidado: hay que perseverar en las terapias, en el ejercicio, adecuar la dieta).
La Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) revisó el proyecto en 2020 y lo financió. No solo porque hoy únicamente el 48% de los mayores afiliados a Fonasa accede al Empam, especialmente por dificultades del sistema de salud. Interesó Irene porque, además, entrega datos macro. Así, la autoridad puede tomar decisiones con mejor información:
¿Enfatizamos los ejercicios en las plazas? ¿Financiamos avisos de TV? ¿Controlamos mejor las residencias de ancianos? ¿Publicitamos el examen preventivo?
Esa ficha que llena el enfermero, ese certificado de defunción que firma la doctora, esa cifra que escribe el laboratorista rinden más allá del paciente único. La inteligencia artificial amplifica esos datos hasta formar, como las piedritas de un mosaico, un cuadro general para decidir.
Irene aún no se aplica masivamente, la U. del Desarrollo postulará a una nueva etapa para perfeccionarlo.
Este jueves, Dominique Masferrer, directora también de Irene, presentará los resultados ante autoridades de salud. Estará en la ruta de la inteligencia artificial, la matemática, el lenguaje que toma los benditos datos y de ellos extrae conclusiones válidas.
“¡Abajo los hombros! ¡Hunda la guatita! ¡Enderece la columna!”. Uf, cuesta, pero ya sé que importa.