Hace tiempo, conversando con Sergio Melnick, estudioso del mañana, me dijo que una aventura terminaría por unir a la humanidad: la conquista del espacio. No puede un país solo.
Parece razonable. Por eso, el reciente anuncio de Rusia de abandonar la Estación Espacial Internacional (EEI) atrasa mi esperanza. Allí han vivido astronautas desde hace 20 años. Es laboratorio científico, ensayo de convivencia, maqueta de hotel turístico, estudio cinematográfico.
Además, el anuncio me pilla leyendo “Un espejo lejano”, una historia del terrible siglo XIV en Europa, una sucesión de ásperas divisiones, escrito por la historiadora inglesa Barbara Tuchman.
Un horror. Dos papas luchando en concilios y en campos de batalla. Un sacro imperio romano de papel, reinados cuestionados, caballeros y soldados mercenarios, sostenidos por el pillaje. Y las matanzas, las violaciones, las torturas, los despojos, las quemas de libros, las ejecuciones de rivales y herejes. Y el aplastamiento de las rebeliones. Y los odios. Odios. No creía que la humanidad pudiera llegar a ese infierno, tal vez marcada por la Gran Plaga (1348 -1350).
Bárbara Tuchman cita en el capítulo 19 a Honoré Bonet, prior benedictino habitante en Aviñón (del 1382 al 1386), quien se pregunta si la humanidad puede, por naturaleza, vivir sin conflictos y en paz. “No, no puede por ningún motivo ser así”, responde.
Bonet escribe de su siglo: una tribulación como nunca hubo, a causa del gran cisma de la religión, el disenso entre príncipes y reyes cristianos, y el gran dolor y discordia en las comunidades. El monje diseña una moral para la guerra. Lo celebran, lo reciben en las cortes, pero las batallas persisten. Lanzas exhiben las cabezas de los enemigos. Líderes asesinan a sus esposas, ya que han secuestrado en sus victorias a las más bellas viudas de sus vencidos.
Pero ¡si Tomás de Aquino había escrito su Suma teológica el siglo anterior, el XIII!
Veo las guerras del XXI, la moral de las bandas de drogas, las ejecuciones en Myanmar, el crimen contra indefensos, ¿será posible este reaparecer de hombres y mujeres tipo siglo XIV?
Y me pesa el disenso en Chile.
Rusia anunció que dejará la EEI a fines de 2024. Fin de la aventura compartida.
El desafío se fracciona, como Europa del siglo XIV. Pero ya el presidente Trump había sugerido en 2018 abandonar el financiamiento de la estación espacial.
China tiene su propia estación en órbita y están en la lista para subir las suyas Japón, Corea del Sur, Rusia, India, los Emiratos Árabes Unidos. Nuestra FACh opera su Centro de estudios estratégicos y aeroespaciales…
La conquista del espacio, aventura de la humanidad, se disgrega. ¿No representa el espacio una conquista común? Nos salvan los telescopios multinacionales, la comunidad científica, algunas epopeyas cinematográficas.
Como desafía Turandot, ¿cuál es el fantasma que cada noche nace de nuevo y cada día muere? ¡La esperanza!
La esperanza de que, al fin, el espacio nos una.