Todos tenemos un pequeño tirano dentro y es importante aprender a controlarlo. Sin embargo, como en el espacio público este tiranuelo puede hacer mucho daño, existen diversas instituciones y mecanismos para mantenerlo a raya. Entre ellos están los jueces, la prensa y las instancias de representación política.
Lamentablemente, en estos días hemos visto que un grupo importante de convencionales ha hecho propuestas que van exactamente en la dirección contraria de lo que resulta razonable y hacen crecer al pequeño tirano.
En primer lugar, está un paquete de propuestas que afecta a la judicatura. Para el común de los mortales, parece obvio que los jueces deben durar largo tiempo en sus cargos y mantener su independencia. Eso a veces nos puede dar dolor de estómago, como en el caso de una sentencia de la tercera sala de la Corte Suprema de esta semana en materias de derecho de propiedad, pero es el costo que hay que pagar por tener un Poder Judicial que no se incline ante los gobernantes o determinados grupos de presión.
Ahora, sin embargo, en una de las propuestas se propone limitar drásticamente la duración de las funciones judiciales. Diversos especialistas han dado la señal de alarma y la propia Corte Suprema se ha manifestado al respecto. Sin embargo, algunos convencionales han reaccionado indignados, porque dicen que los jueces no pueden opinar, ya que tienen interés en la materia. Notable. De ahora en adelante, solo podrán hablar los que son ajenos a los asuntos tratados. ¿Van a aplicar el mismo criterio cuando se trate de asuntos indígenas o de materias que afecten a las mujeres? No me parece improcedente que los jueces supremos entreguen una señal de alerta cuando se afecta la independencia judicial.
Con todo, de poco sirve limitar a los jueces si uno deja que la prensa se exprese libremente. Para eso, entonces, nada mejor que tomar una idea que ha sido muy eficaz en Managua y Caracas para amordazar a la prensa incómoda: proponer la creación de un Consejo Nacional de Medios de Comunicación. Es maravilloso, porque este grupo selecto de consejeros asegurará que solo tengamos acceso a una información “veraz”, por supuesto de acuerdo con los parámetros que ellos determinen.
El control de la población, empero, no podría ser completo si uno no asegura bien el centralismo santiaguino y el protagonismo de los grandes centros urbanos. Para eso, nada mejor que tomar ideas de Fujimori, Chávez y otros gobernantes dados a la autocracia e instituir un Congreso unicameral. Así, nadie podrá corregir ningún error o despropósito de una mayoría ocasional, porque habrá desaparecido el Senado, que se caracteriza por su representación territorial. Uno pensaría que, en las circunstancias actuales, lo que habría que hacer es entregar aún más atribuciones a la Cámara Alta, pero no: se la elimina.
Quieren cuadrar el círculo y dejar una sola cámara, que sea, a la vez, proporcional, territorial y con escaños reservados. Un engendro.
Para dejarnos tranquilos a los regionalistas, se propone la creación de unas asambleas legislativas regionales, pero al mismo tiempo se dice que eso no es federalismo. Será otro engendro made in Chile. ¿Habrán pensado en la multiplicación de la burocracia que esa iniciativa trae consigo, sumada a la precariedad institucional de algunas regiones?
En todo caso, no se preocupen los lectores, porque no todas las propuestas son así de peligrosas para la libertad de las personas. Algunas, como la iniciativa de soberanía alimentaria, solo nos traerán alimentos más caros y escasos. Pero un país donde la obesidad es un problema, la idea de limitar las posibilidades de exportar e importar alimentos puede ser una innovadora política de salud pública, porque la verdad es que todos tenemos algunos kilos de más.
También conmueve la amplitud de miras de algunas comisiones. Ya no se trata simplemente de garantizar el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación, sino que se busca que la nueva Constitución pueda “garantizar y proteger a la atmósfera como bien común”. Dado que, según la RAE, la atmósfera es la “capa gaseosa que rodea la Tierra y otros cuerpos celestes”, hasta los marcianos quedarán en deuda con nosotros.
La verdad es que no quiero amargarle las vacaciones a nadie, de modo que he reservado algunas buenas noticias para el final. Para empezar, está la posibilidad de cambiar o mejorar esas y otras propuestas autocráticas por la vía de las indicaciones, y todavía queda la barrera de los 2/3, que podría impedir los despropósitos mayores.
Además, gracias al Partido Comunista parece que se ha salvado el presidencialismo. Nunca pensé que iba a estar en deuda con la capacidad negociadora de Marcos Barraza, pero es bueno aprender que no todas las sorpresas son malas. Es la noticia buena de la semana.
Finalmente, no hay que desestimar la influencia que pueda tener el ejemplo de Gabriel Boric sobre muchos convencionales. Si uno cree que la imagen y las decisiones del futuro Presidente que hemos visto en estas semanas son verdaderas, entonces todavía es posible que haya espacio para la moderación.