Hoy me sirve de título una frase dicha en cámara a Ricardo Lagos, Presidente electo en ese momento. Fue su madre, ya mayor, quien introdujo esta nota tan humana en la euforia de una victoria electoral. No me atrevería a decírselo al nuevo Presidente electo, ni aunque sea el más joven de los Presidentes elegidos en nuestra historia: “en la que te metiste, Gabrielito”.
Lagos fue un gran Presidente, a mi ver, un estadista. Y la potencialidad de Gabriel Boric es inmensa. Pudo enfrentarse a las críticas más duras de todos sus aliados, un 15 de noviembre, y en gran medida le deberemos el impulso para la nueva Constitución, para la Convención Constitucional paritaria, para una nueva manera ciudadana de entenderse. Fue capaz de escuchar a quienes no votaron por él en primera vuelta, de entusiasmar y comprender, y sumar casi dos millones a sus votos anteriores, de conquistar regiones que no eran suyas antes.
Es el suyo un poder blando, de adhesión y no de imposición. Logró unir y convencer, en un país en que la juventud no ha sido una ventaja, ni tampoco la esperanza, ni menos la visión. Se decía que valorábamos el orden sobre la libertad y sobre la igualdad entre los ciudadanos. No es así. La imagen del país tiene que ir cambiando en la mente de todos, y eso significa un cambio en la vida política. Ojalá nos avergoncemos de las pequeñas ventajas mezquinas, de las cuñas periodísticas y de toda esa mediocridad que parecía insuperable.
La participación electoral fue inesperadamente grande y la ventaja de Boric fue muy amplia, lo que también es bueno para el país y para la democracia. No caben dudas acerca de la voluntad mayoritaria, y eso dicta conductas de colaboración de parte de todos. Da a su oponente la oportunidad de una salida caballerosa, y al Presidente de la nación la oportunidad de celebrar las cualidades de nuestra democracia. A todos, nos da la ocasión de enorgullecernos de la calidad de los procesos eleccionarios de nuestro país.
Entre la primera y la segunda vuelta, las conductas de colaboración ya se habían concretado. Muchos notables habían decidido reforzar la voluntad de cambios con toda la solidez posible. Sospecho que deberemos hacer ajustes en nuestra imagen del país por lado y lado, porque la figura de Boric excede lo técnico y excede también lo populista.
Interesa a toda la ciudadanía que Gabriel Boric sea un gran estadista. Para eso es indispensable poner a su disposición lo mejor de nosotros mismos, en el ánimo que el propio Presidente electo ha dado a conocer: será Presidente de todos los chilenos y todas las chilenas, con harto énfasis en las mujeres. Aparte de sus notables cualidades personales, de su inteligencia y empatía, de su pericia política que le permite ir más allá de lugares comunes políticos y más allá de los discursos del miedo, necesita de que los chilenos y las chilenas le pongamos el hombro, cada uno en lo suyo, para darle espacio a la sorprendente fuerza que se acaba de manifestar en Chile. Porque no te metiste solo en esto, Gabrielito. Gabriel Boric, Presidente electo, debe contar con la fuerza de cada uno de nosotros en este momento y durante su gobierno. Así podrá construir una presidencia inspiradora para todos.