De cara a la segunda vuelta, en búsqueda de los apoyos necesarios para ganar la elección, seguramente veremos ajustes en ambos programas. Al contemplar dichos ajustes, gestos de moderación y las dosis de gradualismo que seguramente veremos en los próximos días, hay que tener presente que en ambos casos el proyecto que ofrecerán al país tiene un antecedente claro y nítido: las posiciones, opiniones y opciones que cada candidato ha sustentado en el pasado reciente.
El sentido común recomienda observar a los candidatos y tratar de anticipar sus reales intenciones más que por sus discursos, por sus hechos y acciones. Seguramente, en el caso del programa de Gabriel Boric se buscará distanciarse de las propuestas originadas en el Partido Comunista, buscando generar credibilidad en torno a un discurso más moderado y gradualista. Lamentablemente, en dicho propósito a Boric no lo acompañan sus acciones, votos y opiniones recientes. Basta con recordar su postura inicial contraria al cuarto retiro desde los fondos de pensiones y luego su voto favorable. Tras insinuar una postura moderada, terminó apoyándolo. Adicionalmente su coalición presentó, promovió y aprobó también con su voto un retiro de quienes reciben pensiones bajo la modalidad de renta vitalicia. No hay dos opiniones en cuanto al daño que causa al país esta indicación, y la duda en si primó una ignorancia profunda respecto del funcionamiento del mercado de capitales de largo plazo y de las compañías de seguros, o bien la simple opción por un “todo vale” con tal de ganar unos votos más. Un sistema de pensiones sin ahorros, cambios legales que pueden llevar a la quiebra a un número relevante de compañías de seguros, un mercado de capitales con menores ahorros de largo plazo, hace menos posible una economía que funcione, crezca y acerque a los chilenos al desarrollo.
“Para hacer cambios se requiere un país ordenado y una economía que funcione”. Esas palabras fueron pronunciadas por la otrora candidata presidencial Beatriz Sánchez, luego de su derrota hace cuatro años. Pero más allá de ese discurso, las acciones concretas del Frente Amplio y de su candidato presidencial en estos meses apuntan en la dirección contraria.
Sin duda que en la otra vereda, el programa propuesto por el candidato José Antonio Kast requiere correcciones, un documento que probablemente fue pensando para una campaña más que como hoja de ruta para gobernar. Pero al menos sus acciones y sus planteamientos son direccionalmente coherentes. Y ponen en el centro el orden y una economía que funcione para tener posibilidades de mejorar las condiciones de vida de los que hoy viven en la pobreza y de los que son parte de esa clase media que no ha logrado consolidarse.
Pareciera que estamos llegando al final de un ciclo cargado de elecciones y que el próximo Parlamento ya está definido en su composición. La verdad es que la Convención Constitucional representa un signo de interrogación enorme respecto de las facultades e incluso la duración de dicho Parlamento. En el contexto de incertidumbres tan esenciales, la conducta reciente de los candidatos presidenciales ofrece un punto de contraste claro y relevante para quienes se preguntan a partir de hoy cuál es la mejor opción para el desarrollo futuro de Chile.