¿Te asusta el cambio climático?, le pregunté a mi nieto Martín (15).
Me dijo “un poco”. Al rato, se corrigió. “Sí, me asusta, hay mucha investigación. Nosotros lo estamos causando y si no paramos…”.
¿Tienes esperanza? “Solo si tengo ayuda, alguien al lado, compañía”, me dijo.
Lo examiné: se daba duchas cortas, apagaba luces… Y tiene una amiga activa: en su casa aprovechan el agua de la ducha para regar.
Claro, me dijo, algunos dicen que esto es natural, que se ha producido antes y que saldremos perfectamente. “Yo creo más en que nosotros lo estamos causando”. Me citó la capa de ozono. “No puede ser natural”.
Le conté de un grafiti: “Vive veloz y muere joven”. “¡Qué optimista!”, me dijo irónico. “Se tiran para abajo muy rápido; ¡hay que tener más iniciativa! Si todos aportan, se puede salvar el clima. Si uno empieza a cambiar, empieza a influir y alrededor empiezan a cambiar”.
Yo sospechaba que los jóvenes podrían sentirse agobiados por el futuro que les pintamos. Faltarán el aire, la comida, el agua, los pudúes… les decimos.
Es como la muerte, o la política, si les pintamos un futuro inevitable y duro.
El Ministerio de Ciencia convocó a dos entidades de la U. Católica, Cuida y el Midap, que publicaron una “Guía para apoyar a niños y niñas frente al cambio climático” (https://bit.ly/3GtHsl9). Trece páginas ilustradas.
Escrita “para apoyar a padres, madres y profesores a cuidar las emociones de los niños y niñas al abordar este tema y entregar información que permita la agencia (la acción) frente a esta crisis sin transmitir la idea de un futuro catastrófico”.
Cuida es el Centro de investigación del abuso y la adversidad temprana; Midap, el Instituto Milenio para investigar la depresión. Expertos en emociones.
María Pía Santelices, de Cuida, me explica que cada niño o niña enfrenta el cambio climático de modo diferente. Pueden sentir tristeza, pesimismo, desesperanza, culpa, rabia, frustración, confusión… Y motivación, empatía, solidaridad, responsabilidad, altruismo, esperanza.
Algunos se enfocarán solo en el problema. Otras se alejarán. Otros sentirán una preocupación excesiva. Otros lo negarán. Otras reconocerán su importancia. ¿Qué hacer ante cada uno?
Dan diez recomendaciones. La primera: “Cultive la esperanza”. Muchos trabajan para enfrentar el cambio climático y, cuando las personas trabajamos juntas, podemos resolver problemas y generar grandes transformaciones.
La segunda: “Ayude a poner sus emociones en palabras”. Uno podría decirle: “Parece que esto te preocupa”.
La sexta: “Evite los mensajes e imágenes catastróficos”.
Me he encontrado diciendo: “No es por mí por quien me preocupo, sino que por mis nietos”. No lo diré más.
Ayer fue feriado, Día de Todos los Santos. Padres, madres, amigas, amigos, maestros, maestras… líderes, en sus tiempos. Como nosotros, en los nuestros.
Como Catalina Silva, de Villa O'Higgins, con “1.000 acciones por un cambio”.
Como los millones que hoy estamos pendientes de la COP26 en Glasgow, para salvar el planeta.