¿Y si una bruja me advirtiera que en dos segundos voy a sentir un sismo de intensidad VII? Alcanzaría a tirarme al suelo.
Hasta ahora, una alerta de sismo, incluso con inteligencia artificial, no funciona más que pocos segundos antes del evento. ¿Servirá para algo?
En 2010, el profesor Andrés Sepúlveda, de la U. de Concepción, se incorporó a una red de cazadores de sismos usando acelerómetros. Hoy, los celulares incluyen acelerómetros: así miden nuestras caminatas. Son aprovechables.
Sergio Barrientos dirige el Centro Sismológico Nacional, Universidad de Chile, donde buscan crear una alerta de sismo que sea útil. “Los observatorios del norte me piden una alerta de seis segundos”. Con tal aviso, los astrónomos podrían programar que los inmensos telescopios descansaran en sus cojinetes.
La revista “New Yorker”, a principios de mes, consignó los esfuerzos mundiales para anticipar —no predecir— sismos. Combinan sismógrafos (costosos) y acelerómetros de teléfonos celulares (económicos, pero menos eficientes).
Richard Allen, del laboratorio sismológico de la U. de Berkeley, lleva dos décadas en esto. Ya su alerta detiene los tranvías públicos segundos antes de que el temblor aflore. Pero Allen piensa más allá: en los pilotos que aterrizan aviones, los operadores de inmensas grúas, los dentistas a punto de taladrar una muela... La meta, dice, es convertir el conocimiento del sismo en acción.
Allen ha trabajado desde 2015 con el Centro Sismológico Nacional, ha venido a Chile, laboratorio natural de sismos (20 o 30 al día), y ha compartido su software de análisis.
Porque una alerta electrónica podría detener los ascensores en el piso siguiente y abrir las puertas, como ya ocurre en San Francisco. En Vancouver, una alerta cambia los semáforos para cerrar un túnel que se sumerge bajo el mar. En 2023 la red china de detección contará con 5 mil sensores. México tiene una malla entre la capital y la costa. La clientela: edificios y ciudades inteligentes, centros médicos, bibliotecas, colegios.
Un conocido, Luis Manzo, maneja en su celular la aplicación Sismo Detector, que pretende alertar; la probé y me avisa solo después del evento. Pero surgen otras. Google trabaja para aprovechar los teléfonos del sistema Android; pero aún no consigue tiempos apropiados.
Sergio Barrientos confía en poder invertir más en sistemas de alerta. Hoy, un sistema automático podría en segundos cerrar válvulas de redes como la de gas, abrir compuertas de represas, alertar el tráfico aéreo y marítimo. El Centro que dirige tiene convenios de operación con Onemi.
La semana pasada, esta sección mostró otra estrategia que también involucra al Centro Sismológico Nacional: medir las deformaciones que los sismos pueden producir en la fibra óptica que se extiende a lo largo de la costa. Justamente es mar adentro donde se puede ubicar el epicentro de sismos mayores. El análisis de las alteraciones en la fibra ayudaría a entregar una alerta más temprana.
La meta es actuar a tiempo.