El Roman Polanski veterano quiere dejar escrita su verdad, el legado está en su filmografía, pero hay algo personal en “El escritor oculto” (2010), “Basado en hechos reales” (2017) y en “J'accuse”, desde la secuencia inicial en el patio de una escuela militar, es enero de 1895, para la degradación del capitán Alfred Dreyfus (Louis Garrel) que grita su inocencia, aunque ya fue condenado por alta traición y su destino es la Isla del Diablo, por el Atlántico y frente a la Guayana Francesa, lejos de París, el honor militar y la grandeza de Francia.
Un cartel con una frase, en esa secuencia, afirma que las personas y hechos evocados son reales, no acontecimientos que inspiran, y tampoco se ofrecen disculpas por conexiones impensadas que ofendan, en absoluto, la frase reafirma que son los sucesos tal como ocurrieron. Algo relevante, siempre y cuando, eso sí, la verdad tenga importancia.
“J'accuse” es el caso Dreyfus, oficial judío, falso culpable y el protagonista de la carta pública de Emile Zola que remeció a la sociedad francesa, porque proclamó su inocencia, enfrentó el antisemitismo y reveló la trama de un generalato corrupto.
Dreyfus, en la película, es un secundario de pocas frases y un hombre hosco, que por su condición de judío lleva la desconfianza pegada a la piel. Razón no le falta.
El protagonista es el mayor Georges Picquart (Jean Dujardin), soltero y amante de una mujer casada, alguna vez profesor de Dreyfus y ahora jefe de estadísticas del servicio secreto, que recibe de su predecesor, el coronel Sandherr, un cuaderno con civiles vigilados y por atrapar, si hay guerra o algo parecido: son miles. Sandherr yace podrido por dentro, pero es literal, está muriendo de sífilis.
Picquart, lentamente y en un proceso de años, descubrirá documentos, silencios y una trama resistente, para una película con una fotografía de claroscuros y grandes espacios institucionales, fríos y burocráticos, que desangran la historia de emociones y sentimientos.
Hay algo escéptico y triste en la mirada de Polanski que esquiva lo enaltecedor, ni pensar en el valor del periodismo y después de exponer el caso y los resultados, la conclusión más nítida es que los errores, maldades e injusticias se resolvieron: se culpó a un inocente y se salvó a un inocente.
Era la misma persona: Dreyfus. ¿Será ese el caso de Polanski?
La película rechaza la misión edificante, no hay virtudes institucionales ni ejemplos protectores para la república. El sistema se descompuso y luego compuso. Volvió a encajar y sigue, con casi todos a bordo: Picquart, Dreyfus, Zola y los generales incluidos. La verdad importa, después deja de importar y todo se puede repetir.
Lo que hay, quizás, es que algo tan famoso como el caso Dreyfus, finalmente, no es más que un pretexto para eso íntimo que se entrevera con la historia, eso antiguo que persevera y que Roman Polanski, un viejo director, reconoce y agradece: el amor de un hombre por una mujer.
“J'acusse”. Francia - Italia, 2019. Director: Roman Polanski. Con: Jean Dujardin, Grégory Gadebois, Louis Garrel. 132 minutos. En cines.