Mi mujer y yo habitamos el piso 3 de un edificio de más de 20 años y 15 pisos… un tanto espeluznados.
Nos repiten el video del derrumbe en Miami; gente y materiales colapsando.
Partí a revisar las columnas del subterráneo. En una encontré huellas de una filtración. Alguien picó el canto de otra. Difícil la situación de las obras añosas.
En España, todo edificio de más de 50 años debe ser inspeccionado. Y luego, la obligación es hacerlo cada 10. En Miami, el edificio derrumbado se iba a someter a la inspección de los 40 años.
Pablo Maturana, director de Construcción Civil en la U. Católica, me confirma que en Chile no existe ninguna regulación que obligue a verificar “y menos a certificar un edificio cada cierta cantidad de años”. Tras un sismo, me agrega, la obra puede quedar con daños, sin colapsar pero con un aumento de su vulnerabilidad.
Las normas solo valen para los edificios en construcción.
Raúl Álvarez, jefe de Ingeniería Estructural en la Dirección de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la U. Católica (Dictuc), recomienda, tras cada sismo relevante, inspeccionar la estructura del edificio. Y, además, habría que fijar plazos, como las revisiones de los vehículos, para volver a inspeccionar. Estos plazos dependerán del lugar geográfico, del material de construcción. Por ejemplo, en la costa la corrosión es más intensa, los plazos deben abreviarse.
Y el profesor Álvarez pide revisar los edificios cada vez que cambien las normativas. Son válidas para las construcciones en curso y para lo que ya está en pie: corrigen inseguridades, incorporan nuevo conocimiento. Él sospecha de cientos de edificios, especialmente en el norte, que no han abrazado las nuevas precauciones.
¿Llaman al Dictuc para que inspeccione? “Generalmente solo cuando ha ocurrido un accidente o un daño notorio, o hay algún litigio. Es muy pero muy raro que una comunidad nos llame para prevenir daños”. Los estudios son largos y onerosos, y a veces invasivos.
Agrega: “Tengo muchas experiencias con comunidades y, si cuesta ponerlas de acuerdo en pintar, (…) o dar un aguinaldo, menos invertirán en un estudio completo (…) y hacer un plan de reforzamiento”.
El ingeniero Osvaldo Messer, docente en la U. del Bío-Bío, entrevistado en biobio.cl, apuntó a las particularidades de cada lugar. Concepción tiene napas de agua altas que pueden “licuar” el suelo. En Viña del Mar se alzan edificios a orilla de la playa, que los socava. El suelo resulta crucial.
Raúl Álvarez aplaude el estudio del Estadio Nacional, con más de 60 años, que encargó Chiledeportes, encabezado por Arturo Salah. Se hizo un levantamiento geométrico, de daños, elaboración digital de planos de formas y armaduras, mecánica de suelos, ensayos de materiales, pruebas de carga, de vibraciones, y se modeló completamente el coliseo. Se reparó todo antes del sismo de 2010: la estructura se comportó muy bien. “Fue una experiencia notable”.
Qué alegría, la seguridad posible. A ver cómo andamos por casa.