El director de “La guerra del mañana”, si se descuentan un par de cortos, todo el resto, series y películas, son de animación, porque es el género que domina Chris McKay, un lugar donde las fronteras de la invención no parecen tener límites.
Esta película tampoco, ni en los efectos visuales y tampoco en un guion que parte en Qatar, mientras se juega la final de la Copa del Mundo entre Brasil y un rival no identificado, que en todo caso no es Chile.
Es diciembre del 2022 y el profesor Dan Forester (Chris Pratt), casado, una hija, no puede creer lo que ve por televisión. En una de las áreas explota un destello de luz que corta la carrera de un brasileño en busca del gol, y desde el resplandor surge un grupo de soldados armados y la capitana lo explica con alarma: vienen del futuro, año 2051, cuando el mundo enfrentará una invasión alienígena y va perdiendo, por lo que requieren refuerzos civiles y militares. La situación es desesperada.
El profesor, que alguna vez estuvo en Irak, es reclutado y eso implica saltar del 2022 hasta el 2051, el viaje es rápido y el problema es donde se cae, para una misión semanal y demás está decir: muchos van y pocos vuelven.
Hay un gen delirante en “La guerra del mañana” y el director, en mala hora, lo apacigua con segmentos y parlamentos edificantes, donde flamea el cariño padre e hija, hijo y padre, abuelo y nieta, esposo con esposa y, en fin, es el monumento a la familia, acaso el primer mandamiento de las películas de animación.
La sincera preocupación del director está en hilvanar a medias, como sea y da lo mismo, una historia que le lleva un volcán del año 946 AD y un archipiélago ruso en el 2022 y todo repercute en la destruida Miami, pero en el año 2051, cuando a los 48 minutos de película se presenta, después de rugidos, suspenso y gruñidos, el alienígena que los humanos bautizaron como “whitespiker”, por su blancura y fauces dentadas.
No es fácil describirlo, pero podría ser un velociraptor con cara de murciélago y un par de tentáculos que le salen de los costados. De seguro hay otras opciones para describir al monstruo, que en todo caso no muere fácil y su debilidad está en el cogote. Esto es para los machos, pero la hembra es lo peor, más grande, fuerte y voraz. Y no es solo instinto, también inteligencia. No demasiada, pero sí la suficiente como para intuir que la quieren matar y andan en busca de un veneno o toxina o antídoto, el 2022, el 2051 y cuando haga falta.
En “La guerra del mañana” hay fascinación por el aire bélico, las armas y vehículos de combate. También por lo que no hay en otras: masacre, sangre y gente despedazada. Y su verdadera identidad es la animación y no los personajes de carne de hueso que, en realidad, son efectos visuales.
La razón de la guerra es como la película, simplota, delirante y con una urgencia que se explica fácil: los alienígenas tienen hambre y la humanidad es la comida.
“The tomorrow war”. EE.UU., 2021. Director: Chris McKay. Con: Chris Pratt, Yvonne Strahovski, Sam Richardson. 138 minutos. Amazon Prime Video.