Este es un documental tras la huella de Sergio Larraín (1931–2012) en el que participan sus hermanas Blanca y Luz, también su hija Gregoria y su hijo Juan José, algún sobrino, curadores de arte y especialistas en fotografía, también colegas chilenos y alguno extranjero.
En esa huella hay viejas filmaciones en 8 milímetros y visitas a los museos que conservan su obra, el MoMA o la Fundación Henri Cartier Bresson, y es la búsqueda de un hombre de sello solitario, enigmático, distinto y desde luego inalcanzable.
Esa y no otra es la búsqueda del documental “Sergio Larraín, el instante eterno”, y para eso la biografía familiar y profesional, con ese afecto casi religioso por la cámara fotográfica y la pieza oscura, a la que compara con la eucaristía y la comunión.
También los testimonios en entrevistas y el registro de su obra, como la fotografía de esas niñas bajando por el Pasaje Bavestrello del Cerro Alegre, donde primero hay una, luego dos, pero una vez realizada la foto, lo que queda es un momento de la realidad que se transforma en algo inaccesible y conmovedor: el instante eterno.
El documental va tras los misterios de la obra artística y quiere saber si las dudas, tormentos y cavilaciones son un requisito indispensable, técnico y moral para el artista, en este caso, para Sergio Larraín y su obra.
Sebastián Moreno escoge con gran precisión los testimonios de Rodrigo Gómez Rovira, Oscar Gatica y Luis Poirot, porque van al interior de las fotografías y las explican con devoción, como quien mira un objeto sagrado.
Un fotógrafo, con un clic, debe escribir toda una historia.
Es la austeridad del encuadre, la pérdida del borde y lo que sucede después de los límites.
Capturar lo que circula, se mueve y está en el aire.
Entonces son sus fotografías a lo largo del tiempo.
Un ejército de huachos: los rostros y cuerpos de tanto niño pobre en el Santiago de los años 50.
Es la bohemia porteña en La casa de los siete espejos, con mujeres de la noche, baile y buena compañía.
El matrimonio del Sha de Irán y las portadas de la revista Life, con la mafia de Sicilia.
Luis Poirot recuerda unas palabras de Larraín, que no fueron las últimas, pero podrían hacer sido: “La foto no sirve para nada, no cambia el mundo”.
Primero fue la búsqueda, después la misión, acaso la evangelización, luego meditación y retiro, y al final la desilusión del artista y quizás del santo.
El documental no se hace cargo de una de las leyendas más famosas en torno a Larraín: una de sus fotos en París, por la catedral de Notre Dame, fue la que inspiró el cuento “Las babas del diablo” de Julio Cortázar, que a su vez fue la base, claro que diluida y apenas visible, de la película “Blow Up” (1966), de Michelangelo Antonioni.
Es una gran decisión la del director Sebastián Moreno, porque la historia, la película y Sergio Larraín, un fotógrafo para la eternidad, no necesitan ni aval famoso, ni cuento repetido, ni ruido ajeno.
Chile. 2021. Director, fotografía y montaje: Sebastián Moreno. 84 minutos. Puntoticket.com