Chile aparece en un reportaje sobre objetos voladores no identificados (ovnis en español, UFOs en inglés) del semanario New Yorker del 10 de mayo. Lo firma el periodista Gideon Lewis-Kraus.
Primero aparece la pasión con que unos pocos ciudadanos del mundo piden a sus gobiernos por lo menos investigar apariciones en el cielo que simplemente no tienen explicación. Hay un recuento. EE.UU. forma y cierra comisiones secretas que persiguen el tema. Y transcurre un período, ya terminando, cuando quien habla de ovni, habla de seudo ciencia.
Fenómeno mundial: un informe de 1999 firmado por generales franceses (R) da cuenta de objetos traspasando la velocidad del sonido sin que retumbe el ¡buum! sónico, máquinas voladoras completamente desconocidas de funcionamiento excepcional, guiadas por una inteligencia artificial o natural.
El New Yorker llama a esperar, el próximo junio, el informe de la Fuerza de tarea del Ministerio de Defensa de EE.UU. sobre los fenómenos aéreos no identificados.
Aparece Leslie Kean, periodista, publicando en marzo de 2012 el artículo “Ovni videograbado sobre base aérea de Santiago”: “Un objeto con forma de cúpula, de base plana, sin medios de propulsión visibles… volando a velocidades demasiado altas para ser logradas por el ser humano”. El New Yorker destaca el Comité de Estudios de Fenómenos Aéreos Anómalos (CEFAA) de la Dirección de Aeronáutica Civil de Chile.
Ya cumplió 23 años el CEFAA (www.cefaa.gob.cl), lo dirige el Sr. Hugo Camus Palacios. La página web invita a informar sobre avistamientos. Los avisos desde Chile han aumentado en un 300% durante 2020 (350 casos). Sugiero que el crecimiento se debe a la pandemia. “No tenemos un estudio que así lo indique”, me responde Hugo Camus. Bien.
Explica que el CEFAA investiga estos fenómenos “porque nuestra misión apunta a apoyar la seguridad de las operaciones aéreas”. Lo hacen en el espacio de responsabilidad de Chile, de más de 32 millones de km2.
Integra una red mundial con el Centro de Identificación Aeroespacial de Argentina, la Comisión Receptora e Investigadora de Denuncias de Objetos Voladores no Identificados de Uruguay, la Fuerza Aérea del Perú, el Geipan de Francia y más.
Reciben casos desde Arica y el altiplano hasta de la Antártica chilena. “No existe, en la práctica, un lugar geográfico específico en que se pueda asegurar que en ese punto se focaliza la presencia de fenómenos aéreos desconocidos”, escribe Camus.
Y… ¿qué argumentar frente a quienes desechan estos fenómenos? Responde: “No conozco voces públicas que desconozcan estos fenómenos, pues la evidencia de su existencia se encuentra en relatos de testigos comprobables, imágenes, comunicaciones radiales entre tripulaciones y controladores de tránsito aéreo, y efectos que han sido detectados y confirmados”.
La pandemia ha frenado las visitas a su sala de exposiciones, pero ha incentivado las teleconferencias y la atención por su sitio web. Los casos de ovnis documentados asombran.
Hay algo más ahí afuera.