Somos ya de encuentros virtuales. El miércoles, un grupo de amigos y amigas nos “zoomiamos” para conversar de la vida y la muerte. Y el jueves y viernes, me lo pasé en el Zoom de Joe Biden con 40 líderes mundiales en videoconferencia sobre el cambio climático.
En esta ocasión hubo chascos, como cuando la tecnología falló y el Presidente Vladimir Putin apareció en pantalla mientras hablaba el Presidente Emmanuel Macron y los técnicos decidieron silenciar al francés para que hablara el hombre más sexy de Rusia, según rankings de ese país.
Más tarde, hablaron el Presidente Sebastián Piñera y la ministra Carolina Schmidt. El secretario John Kerry, moderador, felicitó a la ministra Schmidt por su liderazgo en la COP 25 y al país por su preocupación por los océanos.
El Presidente Piñera expuso nuestra meta de producir, al menor precio del mundo, el combustible no contaminante, el hidrógeno (H) verde.
No fue el único. El Primer Ministro australiano expuso su objetivo de producir H verde a menos de 2 dólares australianos por kg (https://bit.ly/3gtS8Ws). Los presidentes de Argentina y de Rusia también avisaron que producirían H.
Pero con energía renovable, Chile separará a bajo costo el hidrógeno del oxígeno en el agua.
El ministro de Energía, Juan Carlos Jobet, ha impulsado el tema (energia.gob.cl/h2); la semana pasada fue el principal invitado por la U. de Columbia en N. York a un foro, también virtual, sobre el cambio climático.
Y luego, ¿qué nos hacemos con un inmenso globo lleno de hidrógeno?
Mucho debe cambiar. Por ejemplo, si ocupáramos H para el transporte, necesitamos montar una red mundial de estaciones de servicio para cargar los vehículos. Y tuberías, y sistemas de distribución, normas de seguridad y mucho, mucho más. El H verde abre una nueva era, como lo hizo el petróleo, con los empleos que ello implica.
En la más importante feria industrial del mundo, la Feria de Hannover (www.hannovermesse.de), se ven en inglés y alemán los videos de las conversaciones que ocurrieron hace 15 días. Y el H fue estrella.
Por ejemplo, Stijn van Els, el director del puerto de Rotterdam, contó que está en conversaciones con 10 países —entre ellos, Chile—, para adaptar el puerto al ingreso de H y distribuirlo al resto de Europa.
Thorsten Herdan, del Ministerio de Energía alemán, declaró que el H habría que importarlo sí o sí, “sería suicida producirlo en Alemania, por el costo”. Pero el país puede asociarse aportando capital. “Tenemos que ganar la carrera para traer H a Alemania”, dijo.
Armin Schnettler, de Siemens, afirmó que aparecen países “que no estaban en nuestro foco, como Chile, Patagonia” que se integran a la cadena de valor.
Así, mientras el país se azotaba en luchas internas, desde afuera nos veían con esperanza. Y eso, justo cuando la Unión Europea y las Naciones Unidas presentaban nuevos planes ante el calentamiento global y 40 líderes reconocían la necesidad de trabajar en conjunto para mejorar la vida. Lo vi virtualmente, pero es real.