¿Se ha dado cuenta el esfuerzo que demanda tener su casa bonita, su jardín bien cuidado o su imagen personal presentable? Todo esto exige trabajo, dedicación y energía. En la vida es mucho más fácil destruir algo que construirlo. Es más fácil saquear un supermercado que construir uno; gastarse la riqueza que crearla.
Esto es lo que se conoce como “entropía” y deriva de las leyes de la física. Un sistema para mantenerse requiere que se le inyecte energía permanentemente. Si usted no riega su jardín, se la va a secar rápido; si usted no mantiene sus cosas, se deterioran. Una visita a Cuba basta para entender qué le pasa a un país donde nadie invierte (como las cosas son de todos, nadie las cuida).
Esta ley aplica a todas las actividades humanas. Adam Smith tituló su obra más famosa como “Un estudio sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones”. No se le ocurrió escribir sobre la causa de la pobreza, de eso escribe cualquiera. La pobreza ha sido la condición del ser humano por miles de años. Solo la explosión de riqueza que generó la Ilustración y la Revolución científica e industrial llamó la atención de Smith.
Hoy sabemos cómo fracasan los países. Debilite el derecho de propiedad; eduque mal a los jóvenes; fomente que la gente viva del esfuerzo ajeno y no del propio; ahogue el emprendimiento con burocracia; promueva el resentimiento y la envidia; agrande el Estado y escuche a los políticos en vez de a los técnicos y mientras produce una crisis autoinfligida busque a un culpable. El modelo neoliberal, los ricos o el imperialismo siempre sirven.
Es más difícil saber por qué algunas personas tienen éxito y otras no, pero en general a los que les va bien son los que tienen en común altas expectativas y se esfuerzan y luchan por sus sueños. Ayuda también tener suerte como Paul Getty, que cuando le preguntaron cómo se hizo rico dijo: “Me levanté temprano, trabajé duro y encontré petróleo”.
Los países viven en equilibrios precarios que deben cuidarse. Acumular capital, fortalecer las instituciones, educar a los jóvenes y capacitar a los trabajadores, fomentar el ahorro y tener un sistema jurídico que haga cumplir los contratos y proteja la propiedad y la paz social son esfuerzos que demandan años y que se pueden perder rápido. Piense en la extinta Yugoslavia. El año 84 en Sarajevo hubo Olimpiadas de Invierno y todo se veía lindo y pacífico, a los pocos años estaban en guerra civil y dividida en seis; o Venezuela, que pasó de ser el país más rico de Sudamérica a uno de los más pobres.
Los sistemas tributarios suponen un equilibrio delicado entre el financiamiento del fisco y el derecho de propiedad; mal que mal, un poder superior les está quitando compulsivamente el fruto de su esfuerzo y trabajo. Por eso los impuestos deben ser justos y proporcionales, disuadir el gasto y fomentar el trabajo y el ahorro, no discriminatorios, fáciles de entender y fiscalizar y sobre todo no deben gravar dos veces un mismo ingreso. El impuesto al patrimonio viola todos esos principios.
Llevamos 20 años sin inyectar energía al sistema privado y solo sacándole para fortalecer el público. Hemos elegido el camino de más impuestos, más regulaciones y más burocracia (¿se acuerda de la última empresa que se abrió en bolsa?) y nuestra economía y remuneraciones no han crecido los últimos 10 años. Solo el Estado ha prosperado, pero los políticos culpan al modelo.
El Estado no produce nada. Para que nos dé todo, primero debe quitarnos todo. Si a usted le roban: refuerza la seguridad, esconde sus bienes o se cambia de casa. A los países que expolian a sus ciudadanos les pasa lo mismo: si usted quería ser rico pierde entusiasmo y si ya lo era se arranca, esconde su capital o se lo gasta. Es humano envidiar el jardín del vecino, pero sabemos que rompérselo no mejora el nuestro ni las relaciones de vecindad. La verdad es que este es un impuesto súper malo, que no hará a nadie más rico y solo hará más feliz a unos cuantos súper envidiosos. Y si usted piensa que no le va a afectar, espérese, ¿o cree que los venezolanos que escaparon a Chile eran súper millonarios?