El doctor Gregory P. De Pascale, del Departamento de Geología de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la U. de Chile, me dice que, terminada la pandemia, podríamos tomar un café para contarme más. Feliz yo.
Él y su equipo descubrieron Mate Grande, un nuevo volcán de unos 1.300 m sobre el nivel del mar. Está activo en la Patagonia chilena, a 80 km al suroeste de Coyhaique, en plena falla Liquiñe-Ofqui. La revista Nature Scientific Reports lo acaba de publicar.
Me dice que Chile ofrece un regalo para el mundo, no hay otro lugar donde se encuentren tres placas geológicas que presionan: la Placa de Nazca, la Placa Antártica, y la Placa Sudamericana. Se me ocurre que es un punto como la conferencia de Yalta, al final de la Segunda Guerra Mundial (febrero de 1945), donde se encontraron Churchill, Roosevelt y Stalin —“los 3 grandes”— a resolver tensiones.
Conversar con los geólogos ante el territorio es como cuando en el colegio observábamos con lupa la nervadura de una hoja y la profesora nos abría los ojos. Los geólogos, además, aportan un énfasis en la evolución de nuestra “geo”, en movimiento por milenios.
El nuevo volcán está activo. Podría ser, me dice el doctor Gregory De Pascale, que un sismo superficial pudiere detonar una nueva erupción, pero no sabemos cuándo.
Desde un helicóptero, distinguieron los colores de la roca basáltica, más oscura, disparadas por una erupción, de la más clara, rocas como el granito, que se forman dentro de la tierra.
Mate Grande despliega su caldera de 5 km de diámetro. Y está al oeste de esta falla de Liquiñe-Ofqui, de cerca de 1.200 km. y que se desplaza rápido: 11,6 a 24,6 milímetros al año. Su fuerza podría reventar en sismos de alta magnitud.
Los geólogos saben que el punto de encuentro de las tres placas geológicas, en el océano frente a la península de Taitao, genera la falla. Esta sostiene unos 15 volcanes activos desde el norte hasta Chaitén por el oeste, al centro de la zona del fenómeno.
El doctor De Pascale, seducido por la peculiar zona, en 2015 invitó a científicos noruegos, ingleses, y a dos alumnas y dos alumnos de posgrado a esta expedición financiada por el Fondecyt, de Chile. Pudieron observar en terreno, volar y navegar.
Revisaron por mar la falla Liquiñe-Ofqui recorriendo los maravillosos fiordos ayseninos en el buque científico Cabo de Hornos, de la Armada.
Agradece su suerte: la nieve cubre la zona del Mate Grande diez meses al año, una selva valdiviana la rodea pero, cuando subieron, todo estaba despejado, al igual que cuando la sobrevolaron. Posiblemente, el cambio climático estuvo en esta ocasión, de su lado. Regresaron varias veces más.
Los ayudó otro desarrollo: la resolución de las fotos satelitales japonesas mejoró desde 2015 a esta parte, enriqueciendo el análisis. Difícil tarea, porque como dice el doctor De Pascale, “es una zona muy rara” con la Placa de Nazca y la Placa Antártica en veloz expansión bajo el continente, en la Patagonia.