Eso de que “segundas partes nunca fueron buenas” tiene gloriosas excepciones, y el café que Etienne Marcel tiene en Vitacura es una de ellas.
Instalado en una casa con gran ventilación, con mesas puestas en el jardín de acceso y en un agradable patio interior, los comensales están a muy buena distancia unos de otros, por lo que no hay pandemias ni sustos de ningún tipo que impidan gozar de uno de los mejores cafés de Santiago.
Muchos tipos de café y de té, buen y ágil servicio. Estacionamiento algo difícil, pero lo hay por Hernán Prieto Vial, calle lateral, perpendicular a Luis Pasteur, en cuya esquina está este café.
Entre los macarrones ($1.000), con los cuales Etienne Marcel se ha hecho famoso, hay dos que no habíamos catado antes y que nos parecieron supremos: el de castaña, con delicioso puré de castaña, y el de moka, cuya crema (tan poco frecuente hoy en día) es estupenda, con minúsculos restos de granos de café que dan testimonio de la gran calidad del relleno y que, mordidos con los dientes, prolongan por un buen rato el recuerdo de esta maravilla.
El capítulo de los éclairs ($2.500) es buenísimo: la masa es perfecta en liviandad y consistencia (estos éclairs no son ni fláccidos ni duros como cañón de escopeta), y los rellenos están a la altura. Recomendamos el de lavanda, y el de chocolate con naranja, lindamente decorado con delgadas rebanaditas de naranja confitada. Igualmente buenos los de maracuyá y de moka.
En materia de tartas (también a $2.500), las que probamos nos parecieron buenísimas. La de frutilla es clásica, a la altura de las mejores. Las hay también de maracuyá, de chocolate. La masa que les sirve de base es impecable.
Hasta ahora no habíamos probado en esta pastelería una de nuestras piezas de repostería preferidas: los canelé, bizcochos de centro blando y húmedo. Y este fue buenísimo. Y probamos también algo que no nos atrae mucho, en general, porque por alguna razón las asociamos a los “colegiales”, esos trozos de abotagante y densísimo queque que consumen los niños para llenarse la panza: las brownies. La que comimos aquí resultó ser chocolatosísima y, al mismo tiempo, voluptuosamente blanda: nada de esa desalentadora solidez que las suele caracterizar. Dos perfectos cheesecakes en forma de tartaleta: uno de arándanos, muy cremoso, y otro, extraordinario, de chocolate (si se nos perdona la siutiquería, diremos que “nos abrió una nueva perspectiva” en materia de cheesecakes…, preparación que ofrece estupendas posibilidades de lograr un pésimo resultado, que es el más frecuente).
Entre las viennoiseries, se ofrecen en este café unos croissants según todas las reglas del arte. Y los croissants con crema de almendra, que se sirven calentados, son muy buenos, igual que el pain au chocolat, hojaldre sin tacha.
Resumen: no hay mejor forma de disfrutar de un café acompañado de repostería de calidad.
Luis Pasteur 5441, Vitacura. Pedidos en tienda.etienne-marcel.cl o aplicaciones de delivery.