Hoy en Bruselas la Comunidad Europea auspicia una Conferencia en pro de Siria y la región. Empezó a las 5 am de Chile y seguirá hasta mañana a las 15:00 con expertos mundiales en el terrible conflicto. Habrá traducción al español, me juraron desde Bruselas (bit.ly/3fjP6n1).
Me conmueven los testimonios desde ese país que hace 10 años vivía en una razonable situación económica y donde hoy el 90% de la población (un total de 20 millones según la CIA) vive bajo la línea de pobreza. Los sigo en los medios y por internet: la aldea global está donde yo esté.
Antes, sin internet, los dramas parecían lejanos, como la hambruna en Biafra a fines de los 60, fotografías de ojos desencajados por la desnutrición; hoy, se viven más los dolores de todos. Me pregunto, ¿por dónde empezar?, ¿dónde aportar para curar tantas heridas?
Tanto dolor fruto de la guerra. Tanta huida del terruño.
En paralelo a la conferencia en Bruselas, en www.lagrangepointsbrussels.com, aparece lo sirio cultural. Conciertos, comida, instalaciones. Las bombas no destruyen la creatividad (descubro que en Santiago venden bulgur de trigo y me propongo cocinarlo).
¿Cómo, un pueblo que comparte una genuina mesa propia permanece en guerra?
Se me aparece en la web Isabel Behncke, primatóloga, hablando de conflictos en un foro sobre Carlos Darwin y las ciencias sociales y humanidades. Fue en la U. del Desarrollo (bit.ly/3tN6ULo). (¿Qué tiene que ver la teoría de la evolución con la historia? ¿Con las ciencias sociales? ¿Con estas guerras? ¿Con estos conflictos?).
Deambulo, como ven, tecleando por Bruselas, Siria, Santiago: la aldea global.
Isabel Behncke recuerda que somos parte de la naturaleza. Que Darwin nos hizo darnos cuenta de que somos naturaleza. Los conflictos, dice Isabel, no se arreglarán por la racionalidad. Los conflictos responden a nuestro sentimiento ancestral de integrar una tribu, porque me sumo a mi tribu, me defiendo de las otras tribus aquí, en mi tribu. “¡Más biológico imposible!”, dice. “Esto es muy fuerte, es una conducta cultural; tal como las redes de contactos físicos transmiten el virus, las redes sociales amplifican los ataques” dice Isabel.
Aunque siguen pesando a diario esas imágenes de muerte. En Siria, en China, en África, en EE.UU., y también entre nosotros. Esos ojos. Ese polvo. Esas explosiones. Esas tribus violadas y sangradas.
La civilización es un logro y sabemos que puede perderse, pienso. No proviene de la evolución natural. No surge del impulso.
¿Cómo —me pregunto— no incentivar en Bruselas hoy y mañana un esfuerzo en pro de algún lento acuerdo? Racionalidad y emocionalidad funcionando, como en alguna poesía de Eliot.
Seguiré hoy y mañana la conferencia en pro de este pueblo sirio y sus diez años de suicidio atroz. Somos de la misma aldea.