Esta historia transcurre en Belfast, la capital de Irlanda del Norte, y sus escenarios –calles, casas, hospitales– son los habituales de cualquier ciudad.
Es la costanera donde trotan Joan (Lesley Manville) y Tom (Liam Neeson), un matrimonio con años en el cuerpo y una antigua tragedia cicatrizada, pero no olvidada, para esa pareja que trota pausadamente y dan la vuelta en el mismo árbol, para que Tom toque el tronco, giren en redondo y se devuelvan. Es un detalle revelador, porque esta película se construye sobre rutinas y días iguales unos con otros, y eso que puede ser abrumador y desesperante, no lo es para gente como Joan y Tom, y más bien es lo contrario: esos días calcados y ese pausado trote de personas jubiladas, les proporcionan afecto y seguridad.
También los pasillos de los supermercados, donde compran juntos y Tom trata, como siempre, de llevar un poco más de vino, pero nunca tanto, ante la protesta de Joan, que tampoco es demasiado.
En su casa y en el living se aburren viendo televisión, y en el pequeño comedor o en la cocina, Tom aún mantiene la virtud de hacer reír a Joan, con algún comentario irreverente o alguna vieja tozudez que ya no se le quitó.
En el baño de su casa y más bien bajo la ducha, Joan descubre un pequeño bulto bajo su pecho y eso implica que el matrimonio tendrá que acostumbrarse a vivir en un escenario nuevo: en los edificios de la salud pública irlandesa, salones de espera, laboratorios, espera de exámenes, pabellón de operaciones, sesiones de quimioterapia, salas comunes y esos nuevos conocidos con los que comparten padecimientos, enfermos que relatan experiencias y pacientes que se reparten el aliento.
Liam Neeson, sin duda, está más para este tipo de actuaciones y menos para la esforzada acción de la tercera edad, y acá, además, tiene la sabiduría de dar un paso atrás y dejar a Lesley Manville en primera línea, porque su personaje es el enfermo de cáncer, pero también para dejarle espacio a una actriz magnífica, en tantas películas de Mike Leigh y también en “El hilo fantasma” (2017), donde ganó el Oscar a la Mejor Actuación Secundaria.
Esta es, entonces, una historia sobre algo tan usual y normal como quererse y enfermarse, y eso implica vivir con las penas y el cariño.
Su título original es “Ordinary love”, pero la película por estos pagos latinoamericanos se estrena como “Un amor extraordinario”.
Lo raro es que ambos títulos son posibles, pese a la distancia que hay entre lo común y lo excepcional.
En la rutina de desayunar juntos durante décadas, puede haber algo admirable.
En lo de trotar por la costanera por años, algo fantástico.
Y en lo habitual y corriente de cualquier pareja, enfermos o no, algo maravilloso.
“Ordinary love”. Reino Unido, 2019. Director: Lisa Barros D'Sa y Glenn Leyburn. Con: Lesley Manville, Liam Neeson, David Wilmot. 92 minutos. En Cinemark online y Cining.